Existen ademas una serie de documentos
relevantes sobre la vida y obra de Simon Bolivar, los cuales ponemos aqui a
disposicion.
Ultima Proclama de Bolivar
Testamento de Bolivar
Ademas, Simón Bolívar nos dijo:
... el que manda debe oír aunque sean las
más duras verdades y, después de oídas, debe aprovecharse de ellas para corregir
los males que produzcan los errores.
... elevar el monumento consagrado a nuestra
reconciliación, a la tregua y al derecho común de los hombres. Bien merecía
este monumento ser tallado sobre una mole de diamantes y esmaltado de jacintos y
rubíes; pero construido en nuestros corazones.
...pero es dichosísimo aquel que corriendo
por entre los escollos de la guerra, de la política y de las desgracias
públicas, preserva su honor intacto y se presenta inocente a exigir a sus
propios compañeros de infortunio una recta decisión sobre su inculpabilidad.
... Tú me pides que diga que no quiero a
nadie. ¡Oh, no! A nadie amo; a nadie amaré. El altar que tu habitas no será
profanado por otro ídolo ni por otra imagen...
¡Adiós Colombia!
¡Adiós Libertad! Tan preciosas ambas, ¿Como debemos perderlas sin llorar
lágrimas de sangre?.
¡Caraqueños! Nacido ciudadano de Caracas,
mi mayor ambición será conservar ese título; una vida privada entre vosotros
será mi delicia, mi gloria y la venganza que espero tomar de mis enemigos.
¡Compadezcámonos
mutuamente del pueblo que obedece y del hombre que manda solo!.
¡Cuán espantoso es no creer en la virtud!
¡Cuan superior es la
suma de las luces a la suma de las riquezas.!
¡Felices aquellos que creen en un mundo
mejor! Para mí, este es muy árido.
¡He proclamado la
Libertad absoluta de los esclavos.!
¡No creo ninguna cosa tan corrosiva como la
alabanza! Deleita al paladar pero corrompe las entrañas.
¡Soldados: la esperanza de las naciones está
pendiente de vosotros; dad un nuevo día de gloria a vuestra patria...!
¿Cuán dichosos
fuéramos si nuestra sabiduría se dejara conducir por la fortaleza?
¿Dejaremos perecer a Bolivia cuando es el
gran trofeo de Ayacucho? No, mi querido general, salvémosla, porque es nuestra
hija gratuita, de adopción: nos la ha dado la fortuna, y no el acaso; diré
mejor, nos la ha dado el mérito y no la suerte. No podemos negar una hija que
ha salido de nuestra mente como Palas de la cabeza de Júpiter, grande, bella y
armada.
¿Que importa que yo
perezca para que viva un pueblo?.
¿Quiere usted que yo
continúe haciendo de Jesucristo sin ser Dios? Esto es muy duro, esto supera mis
fuerzas.
¿Seremos capaces de mantener
en su verdadero equilibrio la difícil carga de una república? ¿Se puede concebir
que un pueblo recientemente desencadenado se lance a la esfera de la libertad,
sin que, como Ícaro, se le deshagan las alas y recaiga en el abismo?
Aborrezco mortalmente el mando porque mis
servicios no han sido felices, porque mi natural es contrario a la vida
sedentaria, porque carezco de conocimientos, porque estoy cansado y porque estoy
enfermo.
A la sombra de la ignorancia
trabaja el crimen.
A los enemigos no se engaña sino
lisonjeándolos.
A nadie de debe forzar a obrar contra su
conciencia y las leyes.
Al separarse Venezuela de la
Nación Española, ha recobrado si Independencia, su Libertad, su Igualdad, su
Soberanía Nacional. Constituyéndose en una República Democrática proscribió la
monarquía, las distinciones, la nobleza, los fueros, los privilegios: declaró
los derechos del hombre, la Libertad de obrar, de pensar, de hablar y de
escribir. Estos actos eminentemente liberales jamás serán demasiado admirados,
por la pureza que los ha dictado.
Al silencio de los
muertos, sucedieron los vivas a la Libertad.
Amo la Libertad de la
América más que mi gloria propia; y para conseguirla no he ahorrado sacrificios.
Ansío por respirar el aire que formó mi vida
y ver los primeros objetos que ejercitaron mis primeros sentidos; yo deliro por
Caracas, ahora que la aflicción me la ha hecho más interesante; ahora que, libre
de mis primeros deberes de la guerra y de la libertad puedo consagrarme todo por
entero a aliviar los dolores de una patria que ha gemido tanto tiempo.
Así como la justicia
justifica la audacia de haberla emprendido, la imposibilidad de su adquisición
califica la insuficiencia de los medios.
Audacia en el plan y
prudencia en la ejecución.
Aunque la guerra es el
compendio de todos los males, la tiranía es el compendio de todas las guerras.
Aunque me cueste la
vida voy a impedir la guerra civil.
Aunque un soldado salve la patria, rara vez
es un buen magistrado. Acostumbrado al rigor y a las pasiones crueles de la
guerra, su administración participa de las asperezas y de la violencia de un
oficio de muerte.
Ay mi amigo, mi
aflicción no tiene medida, porque la calumnia me ahoga como aquellas serpientes
de Lacoonte.
Bajo la dictadura
¿Quien puede hablar de Libertad?.
Bastante me han
criticado por haber hecho el bien a pesar de mi deber.
Bolívar es incapaz de
corromper a sus amigos porque nada puede pretender que no sea justo.
Boliviano: nombre que
me pertenece antes de nacer...
Cada individuo constituya un
problema especial, y debe ser estudiado en su ambiente total y cambiante.
Cada pueblo, cada hombre, sirve para alguna
cosa.
Cada pueblo será libre
a su modo y disfrutará de soberanía, según la voluntad de su conciencia.
Cesar en las Galias amenazaba a Roma, yo en
Bolivia amenazo a todos los conspiradores de la América, y salvo, por
consiguiente, a las repúblicas.
Ciertamente, el oro y
la plata son objetos preciosos; pero la existencia de la República y la vida de
los ciudadanos son más preciosos aún.
Colombia es la palabra
sagrada y la palabra mágica de todos los ciudadanos virtuosos.
Como amo la libertad, tengo sentimientos
nobles y liberales, y si suelo ser severo, es solamente con aquellos que
pretenden destruirnos.
Como ciudadano y como soldado ofrezco mis
servicios a la república; ninguno sería más celoso en servirla; y sostendré al
gobierno con toda mi influencia y con todas mis fuerzas.
Con la muerte de Torres hemos perdido a un
compañero digno de amor; el Ejército, un soldado de gran mérito, y la República,
uno de sus hombres de esperanza para el día de la paz.
Con valor se acaban
los males.
Compatriotas: Vosotros me honráis con el
título de Libertador. Los oficiales, los soldados, el ejército: ved ahí a los
libertadores.
Constancia firme y tino militar serán
nuestros derechos positivos.
Contra los canallas
pueden emplearse las armas que usan ellos mismos.
Corramos a romper las cadenas de aquellas
víctimas que gimen; no burléis su confianza; no seáis insensibles a los lamentos
de vuestros hermanos. Id veloces a vengar al muerto, a dar la vida por el
moribundo, soltura al oprimido y libertad a todos.
Creo más en el honor
que en las pasiones.
Creo que mi gloria ha
llegado a su colmo, viendo a mi patria libre, constituida y tranquila, al
separarme yo de sus gloriosas riberas.
Cualesquiera que sean
los días que la Providencia me tenga aún destinados, todos, hasta el último,
serán empleados en servicio de la América.
Cualquiera que sea mi
suerte en lo adelante, mi último suspiro será por mi país.
Cuando el pueblo, por medio de la
instrucción, sepa lo que son sus deberes y derechos habremos consolidado la
República.
Cuando está uno más descuidado, da una ley
contraria a lo que se propone ejecutar.
Cuando la fortuna nos sirve a medida de
nuestros deseos, debemos aprovecharla.
Cuando las calamidades
públicas me pusieron las armas en las manos para libertar a mi patria, yo no
consulté mis fuerzas ni mis talentos.
Cuando los partidos
carecen de autoridad, ora por falta de poder, ya por el triunfo de sus
contrarios, nace el descontento y los debilita.
Cuanto más admiro la excelencia de la
Constitución Federal de Venezuela, tanto más me persuado de la imposibilidad de
su aplicación a nuestro estado.
Cuando más me elevo
tanto más hondo se ofrece el abismo.
Cuando me hablan de
valor y de audacia, siento revivir todo mi ser y vuelvo a nacer, por decirlo
así, para la patria y para la gloria.
Cuando pienses
criticar los defectos de los demás, corrige primero los tuyos, que nadie es
perfecto en esta tierra.
Cuando quede reducido a nada estaré
satisfecho de mi propia ruina y la veré como una gloria y un martirio poco
merecido.
Cuando se varía un plan es preciso variar
los medios.
Cuando temo que
desaprueben mi manejo o mis ideas, dejo de importunar con mi amistad a los que
me condenan.
Cuando un oficial ha llenado sus deberes aún
más allá de lo justo, es una loca temeridad no acceder a las leyes imperiosas e
irresistibles de la fuerza y de la necesidad. No estamos en el caso de elegir
una muerte desesperada cuando puede conservarse una vida honrosa y ahorrar
sangre inocente.
Cuando yo perdiera todo sobre la tierra, me
quedaría la gloria de haber llenado mi deber hasta la última extremidad, y esa
gloria será eternamente mi bien y mi dicha.
De la capitulación no
se saca otra cosa que entregar hasta los dispersos y perder hasta el derecho de
defenderse.
De la derrota se saca
el partido de la reacción.
De la Libertad
absoluta se desciende siempre al poder absoluto, y el medio entre éstos dos
términos es la Suprema Libertad Social.
De la paz debe esperar todos los bienes y de
la guerra nada más que desastres.
De las cosas más
seguras, la más segura es dudar.
De lo heroico a lo ridículo no hay más que
un paso.
De ninguna manera convendré en que nuestras
tropas se comprometan en combates probables, sino seguros; y mucho menos si no
son decisivos.
Debemos emplear la razón
antes que la fuerza.
Debemos saber perder al principio para saber
ganar después.
Debo irme lo más lejos
que pueda a descansar de tanta pena que me dan los males ajenos.
Después de aliviar a
los que aún sufren por la guerra, nada puede interesarme más que la propagación
de las ciencias.
Dichoso el que, en lugar de un amigo, ha
colocado en su pecho el amor, la inocencia y la virtud.
Digan V.V. que el
ciudadano Bolívar viene a pagar sus respetos a la soberanía del pueblo.
Dios aprueba la creación de un gobierno cuyo
fin es el bien de la comunidad, o cuando no es la obra de la propia comunidad,
según su voluntad y no según su fuerza, que ningún derecho da la fuerza.
Dios concede la
victoria a la constancia.
Dios ha establecido entre los hombres el
derecho y el deber para consagrar la propiedad de las cosas, de los bienes y de
las instituciones.
Dios no puede aprobar la violencia de sus
propios principios, de sus leyes fundamentales; por el contrario, Dios ve con
horror el crimen de la usurpación, de la tiranía.
Dios es testigo de la pureza de mis
intenciones; la posteridad será bastante recta para hacerme justicia.
Disciplinemos y aumentemos nuestras tropas,
para caer después sobre el enemigo como una masa inmensa.
Divididos, seremos más débiles, menos
respetados de los enemigos y neutrales. La unión bajo un gobierno supremo, hará
nuestra fuerza, y nos hará formidables a todos.
Echemos el miedo a la espalda y salvemos la
patria.
El alma de un siervo rara vez alcanza a
apreciar la libertad: se enfurece en los tumultos o se humilla en las cadenas.
El Alto Perú ha tomado mi nombre y mi
corazón le pertenece.
El amor a la Libertad
me ha forzado a seguir un oficio contrario a todos mis sentimientos.
El amor a la patria no se conoce y por lo
mismo tampoco los sacrificios heroicos.
El amor a la paz, tan propio de los que
defienden la causa de la justicia, no será jamás ahogado por los dolientes
clamores de la humanidad, antes inmolada en el transcurso de tantos dolores.
El arte de vencer se aprende en las
derrotas.
El bien como el mal,
da la muerte cuando es súbito y excesivo.
El camino que conduce a la gloria militar
está erizado, es verdad, de picas que pueden darle la muerte, pero el que guía a
la sabiduría está cubierto de inmensas tinieblas, donde es preciso, a fuerza de
años de estudios, leer en la oscuridad y recoger lo que haya de cierto y útil.
Yo he dado pocos pasos en esta pacífica senda: la guerra, la destrucción de los
enemigos, la libertad de mi patria, han absorbido toda mi atención.
El cielo es prodigioso
con los que combaten por la justicia y severo con los opresores.
El congreso de la nueva granada confió a mis
débiles esfuerzos el restablecimiento de nuestra república. Yo he puesto de mi
parte el celo; ningún peligro me ha detenido.
El destino del
Ejército es guarnecer la frontera. ¡Dios nos preserve de que vuelva sus armas
contra los ciudadanos!.
El desarrollo del hombre es
la primera intención del Legislador.
El despotismo lleva consigo su remedio y la
anarquía envenena para siglos la sangre del cuerpo social.
El ejemplo de la libertad es seductor, y el
de la libertad doméstica es imperioso y arrebatador.
El ejercicio de la
justicia es el ejercicio de la Libertad.
El enemigo se ha de dividir, y dividiendo
debemos destruirlo.
El movimiento es el alimento de la guerra,
como de la vida.
El error que profeso a
la opresión no me permite ser víctima de este sacrificio.
El género humano gemía
por la ruina de su más bella posesión : era esclavo y ya es libre.
El genio del crimen parece tener su imperio
de muerte, y nadie puede acercarse a él sin sentir los furores de una implacable
venganza.
El gobierno que se le dé a la república debe
estar fundado sobre nuestras costumbres, sobre nuestra religión y sobre nuestras
inclinaciones, y últimamente, sobre nuestro origen y sobre nuestra historia.
El gran poder existe
en la fuerza irresistible del amor.
El hábito de la
guerra, el servicio de los campamentos, el contacto con los enemigos, me han
puesto fuera del mando civil.
El hombre apoya su moral en
las verdades reveladas
El hombre de honor no tiene más patria que
aquella en que se protegen los derechos de los ciudadanos y se respeta el
carácter sagrado de la humanidad: la nuestra es la madre de todos los hombres
libres y justos, sin distinción de origen y condición.
El hombre es hijo del
miedo, y el criminal y el esclavo mucho más.
El honor es el mejor
guía del laberinto de las revoluciones.
El ignorante está próximo a
revolverse en el lodo de la corrupción
El infortunio, es la escuela de los héroes,
os dará muchas lecciones de gloria.
El instinto es un
consejero leal; en tanto que la pedantería es un aire letífico que ahoga los
buenos sentimientos.
El mal necesario consuela como el gratuito
irrita.
El mando me disgusta
tanto como amo la gloria, y gloria no es mandar sino ejercitar grandes virtudes.
Yo he querido la gloria y la libertad, ambas se han conseguido, por lo mismo, no
tengo más deseos.
El mando pesa más que
la muerte al que no tiene ambición.
El menor mal es el
mayor bien posible.
El modo de gobernar
bien es el emplear hombres honrados, aunque sean enemigos.
El modo de hacer tropas es hacerlas combatir
y enviarlas al país enemigo, donde no cuesta nada mantenerlas.
El momento de la gloria va a pasar y el de
la fortuna serán muchos.
El mundo es uno, la religión es otra. El
heroísmo profano no es siempre el heroísmo de la virtud y de la religión.
El mundo viejo gravita ya sobre el nuevo: ha
faltado el equilibrio entre ambos hemisferios.
El nacimiento y la vida de Bolivia es un
himno de la sabiduría.
El patriotismo es un fuego sagrado que no
puede estar oculto; y que tanto cuando se extiende en un sentido verdaderamente
puro, tanto más habrá ganado la felicidad del país, cuya moralización demanda
extraordinariamente todo paternal cuidado.
El peligro es mi
trono, y vencerlo es mi gloria.
El peso de la Libertad
es liviano, pero también es difícil mantenerlo en equilibrio aun en las naciones
más cultas y civilizadas.
El premio del mérito
es el acto más augusto del poder humano.
El primer deber del gobierno es dar
educación al pueblo.
El primer día de paz,
será el último de mi mando.
El pueblo que combate
con fe, al fin triunfará.
El que abandona todo
por ser útil a su país, no pierde nada, y gana cuanto le consagra.
El que no está con la
Libertad, puede conservar las cadenas del infortunio y con la desaprobación
universal.
El que no sabe
escribir, ni paga contribución ni tiene un oficio conocido, no es un ciudadano.
El que trabaja por la
Libertad y la gloria no debe tener otra recompensa que gloria y Libertad.
El secreto de la táctica está en los pies, y
nuestros enemigos lo poseen admirablemente.
El sistema de gobierno
más perfecto es aquél que produce mayor suma de felicidad posible, mayor suma de
seguridad social y mayor suma de estabilidad política.
El sistema militar es
el de la fuerza, y la fuerza no es gobierno.
El soldado bisoño lo cree todo perdido,
desde que es derrotado una vez; porque la experiencia no le ha probado que el
valor, la habilidad y la constancia corrigen la mala fortuna.
El talento sin
probidad es un azote.
El título de amigo
solo vale por un himno y por todos los dictados que puede dar la tierra. El tú,
es el tratamiento de la amistad, de la confianza y aún de la ternura.
El título de
Libertador de Venezuela es más glorioso y satisfactorio que el cetro de todos
los imperios de la tierra.
El valor es preferible
al número y la habilidad superior al valor.
El valor y la
habilidad suplen con ventaja al número; así tenemos confianza.
El verdadero guerrero
se gloria solamente de vencer a sus enemigos, mas no de destruirlos.
El vituperio cae siempre sobre el vencido y
el vencedor.
Elegid por magistrados
a los más virtuosos de nuestros ciudadanos.
Entre el éxito dudoso de una campaña y el
sacrificio incierto del ejército, no se puede vacilar. Es, pues, de mi deber
hacer la paz, o combatir.
En cuanto a la
excelencia, usted sabe que no la merezco; me contentaré yo con ser justo.
En el puerto, las
tempestades son menos terribles.
En el régimen absoluto, el poder autorizado
no tiene, no admite límites. La voluntad del déspota es la ley suprema.
En la desgracia la
suerte nos unió, el valor nos ha unido en los designios, y la naturaleza nos dio
un mismo ser para que fuésemos hermanos.
En la guerra no se comete falta impunemente,
y la inexactitud en la ejecución de los planes o combinaciones trae
frecuentemente graves e irremediables males.
En la guerra se necesita que todo, marche
uniformemente y que no se haga nada fuera del plan propuesto, pues en la unidad
consiste la mejor parte de nuestros sucesos.
En las guerras civiles
es donde el derecho de gentes ha de ser más estricto y vigoroso.
En las guerras civiles
es política el ser generosos, porque la venganza progresivamente se aumenta.
En las revoluciones como en las guerras, hay
contratiempos indispensables.
En los gobiernos no
hay otro partido que someterse a lo que quieren los más.
En los gobiernos populares nada es seguro,
porque la marcha del pueblo suele ser muy variada y aún ciega.
En los negocios pacíficos como en los
militares es muy importante ser veterano.
En lugar de una
amante, quiero tener a mi lado un filósofo; pues en el día yo prefiero a
Sócrates a la hermosa Aspasia.
En moral como en
política hay reglas que no se deben traspasar, pues su violación suele costar
caro.
En política nada vale
tanto y cuesta menos como las demostraciones de respeto y consideración.
En todas las guerras
civiles ha vencido siempre el más feroz o el más enérgico, según la aceptación
de la palabra.
En todo tiempo las obras de los hombres han
sido frágiles, mas en el día son como los embriones nonatos que perecen antes de
desenvolver sus facultades.
Es encantador el prospecto de un gran pueblo
gobernado por autoridades bien enlazadas en sí, circunscritas a sus atribuciones
y eminentemente amantes de la gloria nacional.
Es un gran consuelo para un desesperado ver
un rayo de luz y esperanza.
En una constitución
política no debe prescribirse una profesión religiosa.
En vano las armas destruirán a los tiranos,
si no establecemos un orden político capaz de reparar los estragos de la
revolución.
Es difícil hacer
justicia a quién nos ha ofendido.
Es glorioso, sin duda, servir a la patria,
salvarla en el combate, pero es muy odioso el encargo del mando.
Es imperturbable
nuestra resolución de independencia o nada.
Es indispensable emplear la sorpresa con
preferencia a la fuerza, porque es más difícil destruir al enemigo en el campo.
Es insoportable el
espíritu militar en el mando civil.
Es la desgracia del
hombre el no contentarse nunca.
Es menos peligroso que
haya dos potestades que una sola.
Es mi voluntad, que después de mi
fallecimiento, mis restos mortales sean depositados en la ciudad de Caracas, mi
país natal.
Es muy importante
premiar a tiempo.
Es necesario vencer todos los obstáculos
para la mejor organización de un ejército.
Es nuestra grande ambición ofrecer a los
españoles una segunda patria, pero erguida, no abrumada de cadenas.
Es preciso acomodarse a los deseos de los
hombres, cuando sus pretensiones no exceden los límites que prescribe la
justicia.
Es preciso el último rigor con los malvados,
sean godos o sean patriotas, porque la república tanto gana con la destrucción
de un buen realista como de un mal ciudadano.
Es preciso prepararse para la guerra, a fin
de dar base a la paz.
Es preciso que el gobierno se identifique,
por decirlo así, al carácter de las circunstancias, de los tiempos y de los
hombres que lo rodean. Si estos son prósperos y serenos, él debe ser dulce y
protector; pero si son calamitosos y turbulentos, él debe mostrarse terrible y
armarse de una firmeza igual a los peligros.
Es preciso terminar de un modo
resplandeciente la guerra de América, haciendo nuevos sacrificios para que
nuestra paz sea gloriosa y completa.
Es preciso sacrificar las partes por el
todo.
Es preciso vengar la patria cuantas veces
intenten los pérfidos sepultarla en la anarquía y arruinarla; y no debemos
desmayar jamás, aún en medio de las mayores dificultades.
Es preferible la
muerte a la expatriación.
Es preferible la muerte a una existencia
poco honrosa.
Es preferible la
muerte que la expatriación.
Es preferible vivir el las cadenas por la
patria, a existir fuera de ella en una triste inacción.
Es un necio el que desprecia las bendiciones
que la Providencia derrama sobre él. Somos queridos de Dios en este momento y
no debemos dejar infructíferos sus dones.
Es un principio del arte que toda guerra
defensiva es perjudicial y ruinosa para el que la sostiene, pues lo debilita sin
esperanza de indemnizarlo.
Es una manía miserable
el querer mandar a todo trance.
Es una verdad militar que sólo ejércitos
aguerridos son capaces de sobreponerse a los primeros infaustos sucesos de una
campaña.
Esfuerzos inauditos me
han arrancado la energía de la vida y, por consiguiente me hallo reducido al más
triste desaliento.
Esta República Boliviana tiene para mí un
encanto particular: primero su nombre, y después todas sus ventajas sin un solo
escollo; parece mandada hacer a mano: Cuando más medito sobre la suerte de este
país, tanto me parece una pequeña maravilla.
Estoy animado del demonio de la guerra y en
tren de acabar esta lucha de un modo o de otro. Parece que el genio de América
y el de mi destino se me han metido en la cabeza.
Estoy cada vez más aburrido de todo y con
menos esperanzas de lograr un porvenir tranquilo, porque las revoluciones se
efectúan en esta América como las olas en el océano.
Estoy como el sol,
brotando rayos por todas partes.
Estoy en el caso de
perder el camino de la vida, o de seguir siempre el de la gloria.
Estoy pronto a dejar
el mando muy tranquilamente y con el mayor desinterés; pero yo no lo dejaré
nunca sino con la vida, cuando me lo quieren arrancar.
Estoy pronto a marchar con mis queridos
compañeros de armas a los confines de la tierra que sea oprimida por los
tiranos.
Estoy resuelto a marchar y marcharé dentro
de ocho días con la oliva en una mano y la espada en la otra.
Estoy rodeado de calumnias y de enemigos
porque no vengo a servir de vil instrumento de venganza.
Estoy todo entero
donde quiera que esté una de mis partes.
Formémonos una patria
a toda costa y todo lo demás será tolerable.
Fuera del ejército,
estoy fuera de mi centro.
Hacer bien no cuesta nada y vale mucho.
Hacer bien y aprender
la verdad son las únicas ventajas que la Providencia nos ha concedido en la
tierra.
Haré cuanto pueda por
la América, y después, aunque toda ella perezca, despreciaré todas las ofertas
del Universo por mi gloria.
Haré todos mis esfuerzos porque el amor de
la patria y el deseo de las victorias ocupen el vacío que nos dejará la hermosa
quimera de la perfección.
Hasta ahora he combatido por la libertad; en
adelante quiero combatir por mi gloria aunque sea a costa de todo el mundo.
Hay circunstancias particulares que no
permiten obrar con libertad, aún a los seres más perfectos.
Hay casos particulares en que la severidad
del gobierno le hace parecer cruel.
Hay cosas que aunque salgan ciertas no se
deben creer sino hasta después de sucedidas.
Hay pocos hombres que sean incorregibles, y
como siempre es útil conocerse y saber lo que se puede esperar de sí mismo, yo
me creeré feliz cuando la casualidad me presente un amigo que me sirva de
espejo.
He combatido por la
Libertad que es gloriosa: no mandaré ciertamente para obtener por recompensa el
título de tirano, que tantas veces me han prodigado.
He llegado al punto
que ni aún la salud de la patria, ni la gloria misma, me hacen la menor
impresión, si se oponen a la letra de mi deber.
He sido víctima de mis
perseguidores, que me han conducido a las puertas del sepulcro. Yo los perdono.
Hemos arado en el mar.
Hemos quitado la mordaza de
la boca para que nos digan injurias, y se está realizando la fábula de la
serpiente con el hombre; que al primer calor que sientes, emplean su saña contra
sus benefactores.
Hombres virtuosos,
hombres patriotas, hombres ilustrados constituyen las Repúblicas.
Huid del país donde
uno solo ejerza todos los poderes: es un país de esclavos.
Id veloces a vengar al
muerto, a dar vida al moribundo, soltura a el oprimido y Libertad a todos.
Igualdad legal es
indispensable donde hay desigualdad física, para corregir en cierto modo la
injusticia de la naturaleza.
Infeliz del Magistrado que, autor de las
calamidades o de los crímenes de su patria, se ve forzado a defenderse ante un
tribunal del pueblo de las acusaciones que sus ciudadanos dirigen en su contra.
Intereses que no puedo desatender: los de la
patria nativa.
Jamás la división del poder ha establecido y
perpetuado gobiernos; sólo la concertración ha infundido respeto.
Jamás se muere el hombre de la necesidad.
Jamás falta un amigo compasivo que nos socorra, y el socorro de un amigo no
puede ser nunca vergonzoso.
Jamás un Congreso ha
salvado a la República.
La aclamación libre de
los ciudadanos es la única fuente legítima de todo poder humano.
La ambición, la intriga,
abusan de la credulidad y de la inexperiencia de hombres ajenos de todo
conocimiento político, económico o civil; adoptan como realidades las que son
puras ilusiones; toman la licencia por Libertad, la traición por Patriotismo, la
venganza por Justicia. Semejante a un robusto ciego que instigado por el
sentimiento de las fuerzas marcha con la seguridad del hombre más perspicaz y
dando en todos los escollos no puede rectificar sus pasos.
La América, que, después que la he liberado
de sus enemigos y le he dado una libertad que no merece, me despedaza
diariamente de un extremo al otro con todas las furias de sus viles pasiones.
La amistad es el único vínculo que
corresponde a hermanos de armas, de empresas y de opinión.
La amistad es mas
fuerte que la fortuna.
La amistad es mi
pasión.
La amistad es
preferible a la gloria.
La anarquía destruye
la Libertad y la unidad conserva el orden.
La anarquía es el resultado necesario de un
conflicto en que el gobierno es opresivo, y la nación es liberal
La bondad es la
exclusión de todos los defectos y de todas las maldades.
La brevedad en todo es de la mayor utilidad
e importancia, y de absoluta necesidad para las operaciones de un ejército.
La cadena de mis
pensamientos se fija en el cielo y termina en el abismo. Jamás puedo razonar sin
sacar consecuencias horrorosas.
La carne es un magnifico alimento, pero no
se puede dar a un recién nacido. Los estados americanos han de menester de los
cuidados de los gobiernos paternales que curen las llagas y las heridas del
despotismo.
La clemencia con el
malvado es un castigo del bueno
La clemencia con los
criminales es un ataque a la virtud.
La condición principal es la celeridad más
asombrosa en la ejecución: sin ella no hay victoria.
La constancia ha triunfado siempre.
La continuación de la
autoridad en un mismo individuo frecuentemente ha sido el término de los
gobiernos democráticos.
La corrupción de los
pueblos nace la indulgencia de los Tribunales y de la impunidad de los delitos.
La dictadura es el escollo de las
repúblicas.
La declaración de la
República de Venezuela es el Acta más gloriosa, más heroica, más digna de un
pueblo libre.
La demagogia es como la hidra de la fábula:
se le corta una cabeza y le nacen cien.
La desesperación es la
salud de los perdidos.
La desesperación no
escoge los medios que la sacan del peligro.
La destrucción de la
moral pública causa bien pronto la disolución del Estado.
La destrucción es un mal horrible y
desespera tanto más cuando que también termina el inteligente y el virtuoso que
hemos querido asemejar a la Divinidad.
La dictadura es el
escollo de las Repúblicas.
La disciplina es el alma de la tropa así
como el valor; pero aquélla es más conveniente en una batalla general que éste.
La educación de los niños
debe ser siempre adecuada a su edad, inclinaciones, genio y temperamento.
La educación física forma al hombre moral, y
para formar un legislador se necesita ciertamente de educarlo en una escuela de
moral, de justicia y de leyes.
La educación forma al
hombre moral, y para formar un legislador se necesita ciertamente educarlo en
una escuela de moral, de justicia y de leyes.
La educación literal y civil de la juventud
es uno de los primeros y más paternales cuidados del Gobierno.
La educación popular
debe ser el cuidado primogénito del amor paternal del gobierno.
La enseñanza de las buenas
costumbres o hábitos sociales es tan esencial como la instrucción.
La época de hacer milagros ha pasado ya.
La espada de los libertadores no debe
emplearse sino en resaltar los derechos del pueblo.
La existencia es el
primer bien; y el segundo es el modo de existir.
La experiencia me ha
enseñado que de los hombres se ha de exigir mucho para que hagan muy poco.
La familia es un
tesoro en que todos tienen interés.
La fortuna no debe cambiar el orden
necesario de las cosas; podrá influir en alterar algo, pero no en deshacer el
todo.
La fortuna no debe
luchar vencedora contra quienes la muerte no intimida; y la vida no tiene precio
sino en tanto que es gloriosa.
La fortuna nos ahorra la horrible necesidad
de ser terroristas.
La franquicia del
aguardiente es un azote del pueblo, que será desgraciado en todo sentido
mientras pueda lograr licor a bajo precio. Aseguro a usted con todo candor que
si pudiera suprimir ese vicio haría el sacrificio de la renta del Estado
adoptando otro arbitrio que la supliera.
La fuerza de los sentimientos y de las
pasiones no dejan libertad sino a los monosílabos y a las expresiones violentas.
La gloria, el honor, el talento, la
delicadeza, todo se reúne en el solo punto del triunfo del ejército y la
libertad de América.
La gloria de la patria
es vencer o morir.
La gloria debe ser
insaciable cuando se funda en sus verdaderos principios.
La gloria es la dicha
del héroe.
La gloria es mil veces
preferible a la felicidad y la vindicta de Colombia pesa más en mis balanzas que
los viles goces de la vida.
La gloria esta en ser
grande y ser útil.
La gloria y la guerra
son mis flaquezas.
La guerra civil es la más devastadora y
sangrienta.
La guerra civil se alimenta del despotismo y
no se hace por el amor a Dios.
La guerra es mi
elemento, los peligros mi gloria.
La guerra no vive de actos
de violencia y de destrucción: no se hace por el amor de Dios.
La guerra ofensiva no da espera después del
primer triunfo.
la historia de los infortunios y errores de
la América es elocuente para los que saben leerla.
La Historia, que enseña todas las cosas,
ofrece maravillosos ejemplos de la grande veneración que han inspirado en todos
los tiempos los varones fuertes que, sobreponiéndose a todos los riesgos, han
mantenido la dignidad de su carácter delante los más fieros conquistadores y aun
pisando los umbrales del templo de la muerte.
La igualdad no es lo
mas conforme con la obediencia.
La imprenta es tan útil como los pertrechos
y ella es la artillería del pensamiento.
La impunidad de los
delitos hace que éstos se cometan con más frecuencia, y al fin llega el caso de
que el castigo no basta para reprimirlos.
La ingratitud es el
crimen más grande que pueden los hombres atreverse a cometer.
La ingratitud me tiene
aniquilado el espíritu habiéndolo privado de todos los resortes de acción. Si
quieren mi vida, aquí la tienen, pero no mis servicios; pues ya no tengo valor
para sacrificar mi nombre como lo tenía antes: éste es el primer efecto de la
ingratitud.
La instrucción es la
felicidad de la vida; y el ignorante, que siempre está próximo a revolverse en
el lodo de la corrupción, se precipita luego infaliblemente en las tinieblas de
la servidumbre.
La justicia americana sabrá siempre, sin
embargo, distinguir al inocente del culpable.
La justicia es la
reina de las virtudes republicanas, y con ellas se sostienen la Igualdad y la
Libertad.
La justicia sola es la que conserva la
República, los ejércitos se relajan con nada.
La ley del deber, más poderosa para mí que
los sentimientos del corazón, me impone la obediencia a las instancias de un
pueblo libre.
La libertad del mundo
esta dependiente de la salud de la América.
La libertad, esa preciosa planta, no nace ni
en los páramos helados ni en los ardientes arenales, sino en aquellos terrenos
donde la naturaleza ha combinado sabiamente los principios del calor y del frío.
La libertad se halla
de ordinario enferma de anarquía.
La más hermosa corona
es la que da la justicia.
La más pequeña vacilación, la menor
desavenencia en Estado naciente, puede producir su ruina.
La mejor política es
la rectitud.
La moderación es la
salud de los perdidos.
La moderación siempre
es tímida y la fortuna desaira a la timidez.
La muerte es la cura
de nuestros dolores.
La nación será sabia,
virtuosa, guerrera, si los principios de su educación son sabios, virtuosos y
militares; ella será imbécil, supersticiosa, afeminada y fanática si se cría en
la escuela de los errores.
La naturaleza me ha
impuesto el deber de servir con todas mis fuerzas al país en que nací.
La ofensa hecha al
justo es un golpe contra mi corazón y yo no quiero precipitar mi mano contra mi
propio pecho.
La opresión está
reunida en masa, bajo un solo estandarte, y si la Libertad se dispersa no puede
haber combate.
La patria es
preferible a todo.
La patria exige cada
día nuevos sacrificios, y es necesario darle hasta el último aliento de la vida.
La paz será mi puerto,
mi gloria, mi recompensa, mi esperanza, mi dicha y cuanto me es precioso en este
mundo.
La pluma es un fiel instrumento para
transmitir con libertad los sentimientos sinceros.
La pobreza conserva la virtud, que es lo más
estimable del mundo.
La practica de la libertad no se sostiene
sino con virtudes y que donde éstas reinan es impotente la tiranía.
La primera de todas
las fuerzas es la opinión pública.
La primera máxima que ha
inculcarse a los niños es la del aseo.
La providencia está declarada en favor de la
independencia de América, y el oponerse al imperio de sus decretos es una
rebelión execrable.
La providencia misma no puede permitir que
el robo, la traición y la intriga triunfen del patriotismo y de la rectitud más
pura.
La religión es la ley
de la conciencia.
La religión y la filosofía
contienen a los hombres; la primera, por la pena; la segunda, por la esperanza y
la persuasión.
La república tanto
gana con la destrucción de un buen realista como de un mal ciudadano.
La responsabilidad de
los empleados se señala en la constitución.
La reunión de la Nueva Granada y Venezuela
en un grande Estado ha sido el voto uniforme de los pueblos y gobiernos de estas
Repúblicas.
La revolución es un
elemento que no se puede manejar. Es más indócil que el viento.
La sabiduría aconseja
la resignación más absoluta a los decretos del destino para disminuir sus
rigores.
La salud de la patria consiste en no ahorrar
sacrificios.
La soberanía del
pueblo es la única autoridad legítima de las naciones.
La soberanía del
pueblo no es limitada, porque la justicia es su base y la utilidad perfecta le
pone término.
La suerte de la guerra
es impenetrable para los hombres.
La suerte de Venezuela
no me puede ser indiferente ni aún después de muerto.
La suerte me ha
colocado en el ápice del poder; pero no quiero tener otros derechos que los del
más simple ciudadano.
La unidad en la guerra
es la primera ventaja.
La unidad lo hace todo y, por lo mismo,
debemos conservar este precioso principio.
La unión debe salvarnos, como nos destruirá
la división si llega a introducirse entre nosotros.
La verdad pura y
limpia es el mejor modo de persuadir.
La verdadera
constitución liberal está en los códigos civiles y criminales.
La Victoria conducida por la Justicia fue
siempre nuestra guía hasta las ruinas de la ilustre capital de Caracas, que
arrancamos de las manos de sus opresores.
La vida es corta, no
sé cuando la perderé; un día perdido es irreparable.
La vida no tiene precio sino en tanto que es
gloriosa.
La violencia de la fuerza arrastra consigo
los principios de su propia destrucción.
La voluntad legal del
pueblo es mi soberana y mi ley.
Las armas, la fuerza y el rigor de la
justicia harán lo que la razón y la clemencia no pueden alcanzar.
Las armas no deben jamás estar sino en las
fronteras, o en los campos militares; de nada sirven en el interior.
Las buenas costumbres
y no la fuerza, son las columnas de las leyes; y el ejercicio de la justicia es
el ejercicio de la Libertad.
Las bondades de un héroe son glorias para
quien las recibe.
Las contiendas domésticas de la América
nunca se han originado por diferencia de castas; ellas han nacido de la
divergencia de las opiniones políticas, de la ambición particular de algunos
hombres, como todas las que han afligido a las demás naciones.
Las cosas para
hacerlas bien es preciso hacerlas dos veces: la primera enseña la segunda.
Las cualidades eminentes que caracterizan al
hombre grande: valor para arrostrar el peligro, inteligencia para vencer, amor a
la patria y odio a la tiranía.
Las discordias que
nacen de la unión que yo he procurado formar, me hacen sufrir las agonías del
suplicio.
Las fechas nada cuestan; servir a los amigos
cuesta menos, y aún mucho menos recompensar al mérito con los bienes comunes.
Las grandes medidas, para sostener una
empresa sin recursos, son indispensables aunque terribles. Para comprometer
cuatro guerrillas, que han contribuido a libertarnos, fue necesario declarar la
guerra a muerte; para reclutar el ejército tuvimos que recurrir a la formidable
ley marcial.
Las guerra se alimenta
del despotismo, y no se hace por el amor de Dios.
Las hostilidades en el territorio enemigo
siempre son provechosas, por el bien que resulta del mal contrario; así, no
debemos por ningún motivo emplear la defensiva.
Las influencias de la civilización producen
una ingestión en nuestros espíritus, que no tienen bastante fuerza para masticar
el alimento nutritivo de la libertad. Lo mismo que debería salvarnos nos hará
sucumbir. Las doctrinas más puras y más perfectas son las que envenenan nuestra
existencia.
Las inspiraciones del miedo son fatales. Es
preciso aventurar peligros para obtener victorias.
Las naciones marchan hacia
el término de su grandeza con el mismo paso con que camina la educación
Las pasiones se han excitado por todos los
estímulos, el fanatismo ha volcanizado las cabezas, y el exterminio será el
resultado de estos elementos desorganizadores.
Las recompensas honoríficas deben ser muy
raras y muy justas.
Las repetidas
elecciones son esenciales en los sistemas populares, ...
Las rivalidades, celos y demás miserias
hemos aprendido de los españoles y de nuestros compañeros los esclavos.
Las sociedades
ilustradas han puesto siempre la educación entre las bases de sus instituciones.
Las virtudes públicas y domésticas reclaman
muy justamente la consideración del gobierno.
Libertador más que
todo, y, por lo mismo, yo no me degradaré hasta un trono.
Libertador o muerto,
es mi divisa.
Llamarse jefe para no
serlo es el colmo de la miseria.
Llamo humano lo que
está más en la Naturaleza, lo que está mas cerca de las primitivas impresiones.
Lo mismo es para
Venezuela combatir contra España que contra el mundo entero, si todo el mundo la
ofende.
Los artículos deben ser cortos, agradables y
fuertes. Cuando se hable del Gobierno, con respeto; cuando se trate de
Legislación, con sabiduría y gravedad... Yo quiero que se me proteja un
periódico, pero que se organice con elegancia, gusto y propiedad...
Los asesinos, los
ingratos, los maldicientes y los traidores, han rebosado la medida de mi
sufrimiento. No hay día, no hay hora, en que estos abominables no me hagan beber
la hez de la calumnia.
Los beneficios que se
hacen hoy se reciben mañana, porque Dios premia la virtud en este mundo mismo.
Los caracteres militares que pueden adornar
a un soldado: valor, desprendimiento, patriotismo, actividad, celo y talento
militar.
Los consejos de la timidez no dejan nunca de
tener resultados infaustos.
Los ejércitos se componen de hombres de
carne y hueso, que necesitan de todo, y, por consiguiente, con pasiones que
deben satisfacer.
Los estados americanos han menester de los
cuidados de gobiernos paternales que curen las llagas y las heridas del
despotismo de la guerra.
Los estados son esclavos por la naturaleza
de su constitución o por el abuso de ella.
Los Estados Unidos
parecen destinados por la providencia para plagar la América de miseria a nombre
de la Libertad.
Los fieles y los heroicos son sacrificados a
la venganza de los demagogos. El inmaculado Sucre no ha podido escaparse de las
asechanzas de estos monstruos. Yo no sé qué causa ha dado este general para que
atentasen contra su vida, cuando ha sido más liberal u más generoso que cuantos
héroes han figurado en los anales de la fortuna, y cuando era demasiado severo
hasta con sus amigos que no participaban de sus sentimientos.
Los gobiernos deben guardar dignidad, y
mucho más cuando son fuertes y se circunscriben a los límites de la moderación.
Los gobiernos
populares son como todos, y que, por lo mismo, de todo gobierno no debe uno
esperar justicia.
Los gritos de género humano en los campos de
batalla o en los cuerpos tumultuosos claman al cielo contra los inconsiderados y
ciegos legisladores que han pensado que pueden hacer impunemente ensayos de
quiméricas instituciones.
Los hijos de Venezuela
no hicieron nada, nada, para impedir que los salvásemos.
Los hombres de carácter y rectitud no
reparan en escrúpulos, sino marchan airosos por el camino del bien y de la
honradez.
Los hombres de luces y honrados son los que
deberían fijar la opinión pública. El talento sin probidad es un azote.
Los hombres públicos valen tanto cuanto es
la opinión que se tienen de ellos.
Los hombres pueden ser diferentes pero los
elementos son los mismos; nadie cambia los elementos.
Los intrigantes
corrompen los pueblos, desprestigiando la autoridad.
Los legisladores han dicho: perezca la
república antes que los principios; sin ver que los principios se sepultan con
la república.
Los malvados deben pagar con algunos
sacrificios, y los buenos deben hacerlo para salvarse; todos deben pagar para
mantener la vida política y aún la física.
Los malvados no tienen
ni honor ni gratitud, y no saben agradecer, sino temer.
Los peligros enseñan
la vía de la salud.
Los preceptos y los
dogmas sagrados son útiles, luminosos y de evidencia metafísica.
Los premios y castigos
morales, deben ser el estímulo de racionales tiernos, el rigor y el azote, el de
la bestias.
Los progresos de la guerra civil se
contienen más difícilmente que la guerra nacional.
Los que hemos quedado sentados sobre este
miserable globo de tormentos, somos los más desgraciados.
Los que quedamos sentimos a los que se van,
aunque sabemos que la vida es mal. La muerte es la cura de nuestros dolores.
Los tiranos no pueden
acercarse a los muros invencibles de Colombia sin expiar con su impura sangre la
audacia de sus delirios.
Mandado el Ejército,
Colombia me tendrá siempre en la reserva y el gobierno en la vanguardia.
Mañana veréis que los colombianos son dignos
de pelear al lado de los hijos de Albión.
Más aborrezco el mando
que la muerte, pero todavía aborrezco más la ignominia de la deserción.
Más cuesta mantener el
equilibrio de la Libertad que soportar el peso de la tiranía.
Más hace en un día un
intrigante que cien hombres de bien en un mes.
Más quiero estar bien con los fanáticos que
con los liberales, porque los primeros son intolerantes, y los segundos deben
ser tolerantes según sus principios.
Me he metido a alfarero de Repúblicas,
oficio de no poco trabajo, pero al mismo tiempo, glorioso.
Me parece que la libertad de imprenta, que
tanto nos ha molestado con su amarga censura, al fin nos ha de servir de
triunfo.
Me resulta
insoportable oírme llamar tirano y usurpador. Yo sé padecer todo menos esto.
Me siento morir, Dios me llama, y quiero
exhalar mi último suspiro rodeado de sacerdotes cristianos y con el crucifijo
entre las manos.
Me vería como un
hombre indigno, si fuere capaz de asegurar lo que no estoy cierto en cumplir.
Mejor es estar
tranquilo que vivir sobre el trono del universo.
Mi aborrecimiento al
mando ha sido tan sincero como todo mi carácter.
Mi alma, necesita alimentarse de peligros
para conservar mi juicio, de manera que al crearme Dios, permitió esta
tempestuosa revolución.
Mi ambición se limita
a liberar mi país y a ser estimado por hombre de bien por mis coterráneos.
Mi constante amor a la libertad de la
América me ha hecho hacer diferentes sacrificios, ya en la paz, ya en la guerra.
Mi corazón se hallará
siempre en Caracas, allí recibí la vida y allí debo rendirla.
Mi destino ha querido
que una vasta porción del mundo haya aprovechado de mis combates para romper sus
cadenas: éste es todo mi mérito.
Mi ejemplo puede servir de algo a mi patria
misma, pues la moderación del primer jefe cundiré entre los últimos, y mi vida
será su regla. El pueblo me adorará y yo seré la arca de su alianza.
Mi espada y mi autoridad se emplearán con
infinito gozo en sostener y defender los derechos de la soberanía popular.
Mi espada y mi corazón
siempre serán de Colombia; y mis últimos suspiros pedirán al cielo su felicidad.
Mi gloria consiste en
no mandar más.
Mi gloria se ha
fundado sobre el deber y el bien.
Mi impetuosa pasión,
mi aspiración mayor, es la de llevar el nombre de `amante de la Libertad'.
Mi mayor ambición será
es la dicha y la estabilidad de las Repúblicas que han fundado el heroísmo y las
virtudes del ejército.
Mi mayor anhelo es que
los colombianos salgan del Perú inmaculados.
Mi mayor flaqueza es
mi amor por la Libertad.
Mi nombre pertenece ya a la historia: ella
será la que me haga justicia. No soy menos amante de la libertad que Washington,
y nadie me podrá quitar la honra de haber humillado al león de Castilla desde el
Orinoco hasta el potosí.
Mi país se ha liberado
porque ha habido unidad y obediencia; no siempre voluntaria, pero siempre
constante.
Mi política ha sido siempre
por la estabilidad, por la fuerza y por la verdadera libertad.
Mi profesión ha sido siempre el culto
popular y la veneración a las leyes y a los derechos.
Mi profesión militar me ha obligado a
formarme una conciencia de soldado, y un brazo fuerte que no puede manejar el
bastón sino la espada. El habito de la guerra, el servicio de los campamentos,
el contacto con los enemigos, me han puesto fuera del mando civil.
Mi querida Venezuela
que adoro sobre todas las cosas.
Mi tiempo está dividido en pensar, soñar y
caminar, y también en trabajar algo por la patria.
Mi único amor siempre
ha sido el de mi patria, mi única ambición su Libertad. Los que me atribuyen
otra cosa, no me han conocido nunca.
Mi único tesoro es mi
reputación.
Mi vida: blanco de
odios implacables...
Mi voto es sincero
porque no tengo envidia de nadie.
Mientras conservemos el bues estado del
ejército, seremos invencibles.
Mirad, que sin fuerza
no hay virtud, y sin virtud perece la República.
Mis años, mis males y el desengaño de todas
las ilusiones juveniles no me permiten ejecutar ni concebir otras resoluciones.
Mis cóleras pertenecen
a los relámpagos que pasan con ellas.
Mis temores nunca me
han burlado, ellos son presagios infalibles.
Mis tristezas vienen
de mi filosofía y yo soy más filósofo en la prosperidad que en el infortunio.
Montado sobre el más vasto teatro me veo
asido de un enemigo que cuenta tantas ventajas como objetos le rodean.
Moral y luces son los dos
polos de la República.
Moral y luces son nuestras
primeras necesidades.
Muchas veces he dicho que estimo en más el
concepto de un caballero que el de las naciones enteras.
Muchos piensan en un gobierno hereditario,
pero yo me opongo con todas mis fuerzas, porque no quiero soportar por toda la
vida un peso tan enorme para trasmitirlo después a un descendiente mío.
Nacido ciudadano de
Caracas, mi mayor ambición será conservar ese precioso título.
Nada es mejor que la exactitud de las
promesas del gobierno. La mejor política es la honradez.
Nada es peor en política que dejar de
cumplir lo que se ha mandado. Esta debilidad causa el desprecio y hace inútiles
las medidas posteriores.
Nada es tan peligroso
como dejar permanecer largo tiempo a un mismo ciudadano en el poder.
Nada se hace cuando
aún falta que hacer.
Nada sino las malas
acciones deben molestar a los hombres.
Nadie ama más la gloria como yo, y jamás un
jefe ha tributado más gloria a sus subalternos como a usted.
Nadie es grande
impunemente, nadie se escapa al levantarse de las mordicas de la envidia.
Consolémonos, pues, con estas frases, de crueles desengaños para el mérito.
Nadie puede hablar de
si sin degradar de algún modo su mérito.
Necesitamos de hombres robustos y fuertes
acostumbrados a la inclemencia y a las fatigas, de hombres que abracen la causa
y la carrera con entusiasmo, de hombres que vean identificada su causa con la
causa pública, y quienes el valor de la muerte sea poco menos que el de la vida.
Necesitamos reunir todas nuestras fuerzas
para lograr un golpe capaz de variar la suerte del país.
Ninguno ama a
Venezuela más que yo.
Ni nosotros, ni la generación que nos
suceda, verá el brillo de la América que estamos fundando.
No aspiro a otra
gloria que a la consolidación de Colombia.
No basta la buena fe, es preciso mostrarla,
porque los hombres siempre miran y muy pocas veces piensan.
No basta vencer, es preciso conservar.
No conviene que el
Jefe de las armas sea el que administre la justicia.
No creo ninguna cosa
tan corrosiva como la alabanza.
No debemos aventurar nada, sino con
seguridad de triunfar.
No debemos fiarnos de las apariencias del
triunfo ni despreciar por pequeño al enemigo.
No disputemos con los
eclesiásticos que llaman siempre en su auxilio a la religión y hacen causa común
con ella.
No envainaré jamás la
espada mientras la Libertad de mi patria no esté completamente asegurada.
No es asequible lo que
se debe hacer, sino aquello a que el derecho nos autoriza.
No es justo que vecinos y hermanos conserven
celos que pueden prolongar las calamidades públicas.
No es lo mejor lo mas
bueno si no hay posibilidad de hacer ejecutar lo que se intenta.
No es necesario más
que hacer frente al déspota para que huya vergonzosamente.
No estoy bien sino en
los peligros combinados con los embarazos.
No hay autoridad, por miserable que sea, a
la cual no se consulte sobre los negocios en que ella ha intervenido, antes de
decir nada.
No hay Libertad
legítima sino cuando ésta se dirige a honrar la humanidad y a perfeccionarle su
suerte.
No hay más dicha ni
desdicha que prudencia o imprudencia.
No hay nada tan frágil
como la vida de un hombre; por lo mismo, toca a la prudencia precaverse para
cuando llegue ese término.
No le diga usted nada
al congreso sobre mi haber porque yo no quiero nada, nada, nada, sino armisticio
o paz, después veré como me compongo.
No mandaré ciertamente
para obtener por recompensa el título de tirano.
No me faltan ratos para escribir, pero me
sobran meditaciones sobre lo que debo hacer con un grande y bello país.
No pueden ver con indiferencia los militares
la causa pública que pueden llamar suya, por sus sacrificios, a tiempo que otros
la quieren arruinar.
No quiero más glorias; no quiero más poder;
no quiero más fortuna, y si quiero mucho, mucho, mi reposo. Me queda un tercio
de vida y quiero vivir.
No se puede hacer nada bueno, porque los
hombres buenos han desaparecido y los malos se han multiplicado.
No é lo que tenga dispuesto la Providencia;
pero ella me inspira una confianza sin límites.
No siempre lo justo es
lo conveniente, ni lo útil lo justo.
No temáis a los
tiranos, porque ellos son débiles, injustos y cobardes.
No temáis la espada
que viene a vengaros y a cortar los lazos ignominiosos con que os ligan a su
suerte vuestros verdugos.
No veo delante de mí
más que miseria, vejez y mendicidad cuando nunca he estado acostumbrado a
semejantes calamidades.
Noche y día me
atormenta la idea, en que están mis enemigos, de que mis servicios por la
Libertad son dirigidos por la ambición.
Nos veremos forzados a dar a nuestras
instituciones más solidez y energía que en otros países se juzgan necesarias.
Nosotros no hemos ido
al Perú sino a buscar fraternidad y gloria.
Nosotros somos los juguetes de la fortuna; a
esta gran divinidad del universo, la sola que yo conozco, es a quien es preciso
atribuir nuestros vicios y nuestras virtudes.
Nuestra apatía y la de los buenos es un
veneno mortal. El opio es menos dañoso. Yo recomiendo a todos los sustentáculos
de la patria más que celo; recomiendo entusiasmo y exaltación, porque de otro
modo no hay salud.
Nuestras armas han
venido a protegeros y no se emplearán jamás contra uno solo de nuestros
hermanos.
Nuestras discordias tienen su origen en las
dos más copiosas fuentes de la calamidad pública: la ignorancia y la debilidad.
Nunca se me ha
intimidado ni arrancado nada por la fuerza.
Oí resonar delante de mi, bendiciones de
unos hombres que esperaban mis armas con todo el entusiasmo de la libertad, como
un remedio a las calamidades e infortunios que los habían llevado al último
grado de exasperación.
Para hacer eficaz una cosa es menester tener
la inclinación a ella, y aún quererla con pasión vehemente.
Para hombres valerosos, fieles y constantes
nada es imposible.
Para Juzgar de las
revoluciones y de sus actores, es menester observarlos muy de cerca y juzgarlos
muy de lejos.
Para la sátira más
cruel se necesita nobleza y propiedad como para el elogio más subido.
Para mí tengo en más a un soldado de la ley
que al conquistador del universo.
Para mi, todo es bueno con moderación y
conforme a lo mandado.
Para nosotros, la
patria es América.
Para sujetar a la ley del deber tantas
pasiones irritadas, se necesita de un poder colosal que participe de la opinión
y de la fuerza física.
Para que un pueblo sea
libre debe tener un gobierno fuerte, que posea medios suficientes para librarlo
de la anarquía popular y del abuso de los grandes. Del contrapeso de estos dos
cuerpos resulta el equilibrio social, la libertad de todos y la estabilidad del
gobierno.
Para que un solo gobierno dé vida, anime,
ponga en acción todos los resortes de la prosperidad pública, corrija, ilustre y
perfeccione al Nuevo Mundo, sería necesario que tuviese las facultades de Dios,
y cuando menos, las luces y virtudes de todos los hombres.
Para salvar la patria he debido ser un Bruto
y para conservarla en una guerra civil, debería ser un Sila. Este Carácter no me
conviene; antes perderé todo, la vida misma.
Para un valiente el riesgo es su verdadero
apetito.
Parece que el demonio
dirige las cosas de mi vida .
Perezca yo mil veces
antes de tener miras personales ni causa propia.
Permitid que mi último acto sea recomendaros
que protejáis la religión que profesamos, fuente profusa de las bendiciones del
cielo.
Persuádase usted que
no sirvo sino para pelear, o, por lo menos, para andar con soldados, impidiendo
que otros los conduzcan peor que yo.
Peruanos ¡Colombia me llama, y yo obedezco!
Siento al partir cuanto os amo, porque no puedo desprenderme de vosotros sin
tiernas emociones de dolor.
Pienso que la Europa entera si se empeña en
calmar nuestras tempestades, no hará quizás más que consumar nuestras
calamidades.
Pienso que los americanos, ansiosos de paz,
ciencias, artes, comercio y agricultura, preferirán repúblicas a los reinos.
Pienso que no hay un hombre en la tierra que
no haya conocido, que no sepa, que lo que está más lejos de mi es el dolor y la
perfidia.
Pocas horas son bastantes para tratar entre
militares.
Por desgracia, el peso de la
esclavitud apaga los espíritus y los pone en estado de ser indignos de la
Libertad. Por eso es que tanto merece atención el cultivo de las ciencias.
Por donde pasa una cabra pasa un ejército,
principalmente si es infantería.
Por el engaño se nos ha
dominado más que por la fuerza, y por el vicio se nos ha degradado más bien que
por la superstición.
Por manera que tuvimos filósofos por jefes;
filantropía por legislación, dialéctica por táctica y sofistas por soldados:
Con semejante subversión de principios y de cosas, el orden social se resintió
extremadamente conmovido, y luego corrió el estado a pasos agigantados a una
disolución universal, que bien pronto se vio realizada.
Por muchas tropas que se disciplinen, nunca
habrá lo suficiente para remplazar los desertores, los enfermos y los heridos.
Por triste que sea
nuestra muerte, siempre será más alegre que nuestra vida.
Porque nada es tan
peligroso como dejar permanecer largo tiempo en un mismo ciudadano el Poder.
Porque nuestra misión
sólo se dirige a romper las cadenas de la servidumbre, que agobian todavía a
alguno de nuestros pueblos...
Potosí, este nombre, símbolo de la riqueza,
y por lo mismo, mil veces famoso por todo el bien que se he derramado en el
Universo, jamás podrá ser borrado por otro alguno.
Prefiero el título de
Ciudadano al de Libertador, porque éste emana de la guerra, aquél emana de las
leyes.
Prefiero la ruina de
Colombia a oírme llamar con el epíteto de usurpador.
Prefiero perecer de
miseria a ser víctima de las pasiones y de las facciones ajenas.
Prefiero un combate
con los españoles a disgustos entre los patriotas.
Prefiero una derrota a
una capitulación.
Principio base de
nuestra política: Paz a la nación española, y guerra de exterminio a su gobierno
actual.
Pronto estoy a marchar
con mis queridos compañeros de armas a los confines de la tierra que sea
oprimida por tiranos.
Protegeré la religión
hasta que me muera.
Pude amar, desear o poseer a la dulce
Teresa, a Luisa Crover, a Fany, a Anita Lenoit, a Josefina Madrid, a Isabel, a
Bernardina Ibáñez, a Manuelita Madroño, a todas las que desfilaron por la
Magdalena... Pero la más grata al corazón y al amor es y ha sido siempre doña
Manuela Sáenz de Thorne...
Puede ser que mi ejemplo estimule a otros
americanos a imitar mi arrojo y al fin tendremos todo propio, sin mendigar
modelos.
Que el universo nos contemple con
admiración, tanto por nuestros desastres como por nuestros heroísmos.
Que me manden a salvar
la República y salvo la América toda.
Que se acuse a cuantos cometan faltas, y
todos se corregirán. Yo el primero.
Quiero asegurar
después de mi muerte una memoria que merezca bien de la Libertad.
Quiero pasar por todo,
prefiero sucumbir en mis esperanzas, a pasar por tirano, y aun aparecer
sospechoso.
Quiero salir,
ciertamente, del abismo en que nos hallamos, pero por la senda del deber y no de
otro modo.
Quisiera tener una fortuna material para dar
a cada colombiano; pero no tengo nada: no tengo más que un corazón para amarlos
y una espada para defenderlos.
Recibo con mucho
placer un bastón que usted me da; es la imagen del mando que yo aborrezco por lo
que jamás uso tal insignia.
Recuerda en la opulencia a los amigos leales
que conociste en la miseria; porque los tesoros se acaban y la amistad perdura.
Renovemos la idea de
un pueblo que no solo quería ser libre, sino virtuoso.
Reside en la médula de
mis huesos el fundamento de mi carácter.
Saber y honradez, no
dinero, es lo que requiere el ejercicio del Poder público.
Se ha observado en la
historia, que todas las guerras civiles ha vencido siempre el más feroz o el más
enérgico, según la acepción de la palabra.
Seamos los bienhechores y
fundadores de tres grandes estados, hagámonos dignos de la fortuna que nos ha
cabido; mostremos a Europa que hay hombres en América capaces de competir en
gloria con los héroes del mundo antiguo.
Según ciertos señores, nadie puede ser
grande sino a la manera de Alejandro, César y Napoleón. Yo quiero superarlos a
todos en desprendimiento, ya que no puedo igualarlos en hazañas.
Señorita: usted no es española; lleva en su
persona el tricolor de mi bandera: el amarillo de sus cabellos, el azul de sus
ojos y el rojo de sus labios.-
Yo soy Simón Bolívar.
Ser respetados es más
que ser libres.
Seré implacable con los que, obcecados en
sus crímenes, resistieren el suave impulso de la verdad y la justicia, y
prefieren el escándalo de una guerra fraticida y legar a sus descendientes la
infamia y el oprobio.
Seremos para siempre,
libres, iguales e independientes.
Sería bueno que todas nuestras capitales
fuesen campos militares.
Serviré con las armas
hasta la muerte.
Si Bello quiere ser empleado de este país,
que lo diga y se le dará un buen destino. Su patria debe ser preferida a todo;
y él, digno de ocupar un puesto muy importante en ella. Yo conozco la
superioridad de este caraqueño contemporáneo mío: fue mi maestro cuando teníamos
la misma edad, yo le amaba con respeto. Su esquivez nos ha tenido separados en
cierto modo, y, por lo mismo, deseo reconciliarme: es decir, ganarlo para
Colombia.
Si el partido preponderante es militar o
aristócrata, exigiría probablemente una monarquía, que al principio será
limitada y constitucional, y después invariablemente declinará en absoluta.
Si es virtud la
indulgencia, lo es, ciertamente, cuando es ejercida por un particular, pero no
por un Gobierno.
Si hay una violencia
justa, es aquella que se emplea en hacer a los hombres buenos; y, por
consiguiente felices; y no hay libertad legítima sino cuando ésta se dirige a
honrar a la humanidad y perfeccionarle su suerte.
Si la historia graba bien la grandeza de los
hechos humanos, no dirá muchas bellezas que excedan a ésta.
Si la lisonja es un
veneno mortal para las almas bajas, los elogios debidos al mérito alimentan las
almas sublimes.
Si la naturaleza se opone a nuestros
designios, lucharemos contra ella y haremos que nos obedezca.
Si la patria necesita de un soldado, siempre
me tendrá pronto para defender su causa.
Si mi muerte
contribuye para que cesen los partidos y se consolide la unión, yo bajaré
tranquilo al sepulcro.
Si mis servicios tienen algún valor a los
ojos del pueblo que el Congreso representa, <<me atreveré, por ellos, que uno de
los primeros pasos del Gobierno peruano sea el reconocimiento de la nueva
república del Alto Perú>>.
Si no hay un respeto sagrado por la patria,
por las leyes y por las autoridades, la sociedad es una confusión, un abismo; es
un conflicto singular de hombre a hombre, y de cuerpo a cuerpo.
Si quieres elevarte a la categoría de hombre
digno, procura ser, además de honrado y virtuoso, humilde y respetuoso.
Si se opone la
naturaleza a nuestros designios, lucharemos contra ella, y la haremos que nos
obedezca.
Si un gobierno descendiera a contentar la
ambición y la avaricia humana, pensad que no existirían pueblos que
obedeciesen. Es menester sacrificar en obsequio del orden y del vigor de
nuestra administración, las pretensiones interesadas.
Si un hombre fuese
necesario para sostener el Estado, este Estado no deberá subsistir, y al fin no
existiría.
Si yo os amase más que a Bolivia, os
aconsejaría alejaros de los crueles suplicios a que condena el ejercicio del
poder supremo; más no. Bolivia es para vos, como para mi, nuestra hija
predilecta: Junín y Ayacucho la engendraron: los libertadores deben mantenerla a
costa de sus sacrificios.
Si yo fuese envidioso,
apenas podría merecer el nombre de hombre.
Si yo me he excedido en mis atribuciones, es
mía la culpa; pero yo consagro gustoso hasta mi inocencia a la salvación de la
patria. Este sacrificio me faltaba, y yo me glorio de no haberlo ahorrado.
Siempre conservaré en mi memoria la gratitud
que debo al gobierno de la Unión y jamás olvidaré que los granadinos me abrieron
el camino de la gloria.
Siempre el ladrón
tiene miedo de la Justicia.
Siempre es grande, siempre es noble
conspirar contra la tiranía, contra la usurpación y contra una guerra desoladora
e inocua.
Siempre las almas generosas se interesan en
la suerte de un pueblo que se esmera por recobrar los derechos con que el
Creador y la naturaleza lo han dotado; y es necesario estar bien fascinado por
el error y por las pasiones para no abrigar esta noble sensación.
Siempre los tiranos se
han ligado y los libres jamás. ¡Desgraciada condición humana!.
Siempre se debe creer lo contrario de lo que
diga el enemigo.
Siempre verás al ignorante y necio darse
humos de "talentoso" y "vivo".
Sin energía no
resplandece nunca el mérito y sin fuerza no hay virtud, y sin valor no hay
gloria.
Sin estabilidad, todo
principio político se corrompe y termina siempre por destruirse.
Sin fuerza no hay
virtud y sin virtud perece la República.
Sin igualdad perecen todas las libertades,
todos los derechos.
Sin moral republicana
no puede haber gobierno libre.
Sin responsabilidad,
sin represión, el Estado es un caos.
Sobre mi corazón no manda nadie más que mi
conciencia; ésta se encuentra tranquila y así no le inquieta cosa alguna.
Soldado por necesidad y por inclinación, mi
destino está señalado en un campo o en cuarteles. El bufete es para mí un lugar
de suplicio.
Soldados: Vais a completar la obra más
grande que el Cielo ha podido encargar a los hombres: la de salvar un mundo
entero de la esclavitud.
Solo ejércitos
aguerridos son capaces de sobreponerse a los primeros infaustos sucesos de una
campaña.
Solo la Democracia, en
mi concepto, es susceptible de una absoluta Libertad.
Sólo la fuerza puede reprimir el ímpetu de
las pasiones desencadenadas por el efecto de la revolución y de la guerra, e
irritadas por la oposición; y sólo medidas fuertes y enérgicas pueden salvar a
un país en vuelto en los furores de las pasiones y en los horrores del vicio.
Solo un gobierno temperado puede ser libre.
Solamente la ley o la sanción de muchas
generaciones pueden apoyar a los gobiernos.
Someterse al enemigo es sellar nuestra
suerte con una muerte ignominiosa; capitular, es rendirse a discreción.
Soy liberal por
egoísmo y deseo la independencia de todo el continente por evitar una guerra en
lo futuro.
Tendré que pasar por
el dolor de girar contra el tesoro público, porque actualmente no tengo un peso
de que disponer.
Tengamos una
conciencia recta y dejemos al tiempo hacer prodigios.
Tengo en más un
soldado de la ley que al conquistador del universo.
Tengo mi elocuencia
aparte y no quiero sujetarme a políticos, ni a reyes ni a presidentes.
Todas las naciones americanas están en
marcha hacia su ruina. Un hombre solo contra todos no puede lograr nada; este
mundo es muy basto.
Todavía tengo menos inclinación a tratar del
Gobierno Federal; semejante forma social es una anarquía regularizada, o más
bien, es la ley que prescribe implícitamente la obligación de disociarse y
arruinar al Estado con todos sus individuos.
Todo el cuerpo de la
historia enseña que las gangrenas políticas no se curan con paliativos.
Todo gobierno libre que cometa el absurdo de
mantener la esclavitud es castigado por la rebelión y algunas veces con el
exterminio.
Todo lo que comporta
mi honor lo he hecho ya por la salud de la patria.
Todos los pueblos del
mundo que han lidiado por la Libertad han exterminado al fin a sus tiranos.
Todos se vuelven locos
cuando me quieren hacer la guerra, porque está visto que hay una Providencia
especial para mí.
Todos tenemos nuestra sombra divina o
heroica, que nos cubre con sus alas de protección como ángeles guardianes.
Tomemos de Atenas su
Areópago y los guardianes de las costumbres y de las leyes.
Triunfo absoluto, o
nada, es mi divisa.
Un americano no puede
ser mi enemigo ni aún combatiendo contra mí bajo las banderas de los tiranos.
Un crimen en todos los partidos es
igualmente odioso y condenable: Hagamos triunfar la justicia y triunfará la
libertad.
Un desengaño vale mas
que mil ilusiones.
Un diplomático, debe
ser todo reserva, misterio y doblez.
Un gobierno
republicano ha sido, es y debe ser el de Venezuela.
Un hombre escaso de conocimientos generales
no puede hacer todo, ni bien ni mal.
Un hombre sin estudios
es un ser incompleto. La instrucción es la felicidad de la vida; y el ignorante,
que siempre está próximo a revolverse en el lodo de la corrupción, se precipita
luego infaliblemente en las tinieblas de la servidumbre.
Un magistrado
republicano, constituido para esclavo del pueblo, no es otra cosa que una
víctima.
Un mal que no se conoce, no se puede jamás
curar.
Un militar no tiene
virtualmente que meterse sino en el ministerio de sus armas.
Un necio no puede ser
autoridad.
Un pacto con un mundo entero viene a ser
nulo en la realidad.
Un papel acalorado suele descubrir el estado
de un gobierno o de los gobernantes.
Un paso imprudente puede sepultarnos para
siempre.
Un pueblo es esclavo cuando el gobierno, por
su esencia o por sus vicios, huella y usurpa los derechos del ciudadano o
súbdito.
Un pueblo ignorante es
un instrumento ciego de su propia destrucción.
Un pueblo que acaba de nacer
y que ha sacudido, con las cadenas que lo aherrojaban, las leyes del gobierno
español, puede recibir todas las mejoras que dicte la sabiduría. Bolivia tiene
la ventura en sus manos.
Un sabio no muere
nunca, pues no hace otra cosa que mejorar de carrera, pero su familia empeora de
suerte.
Un soldado feliz no
adquiere ningún derecho para mandar a su patria. No es el árbitro de las leyes
ni del gobierno; es el defensor de la libertad.
Un trono espantaría tanto por su altura como
por su brillo. La igualdad sería rota y los colores verían perdidos todos sus
derechos por una nueva aristocracia.
Una batalla ganada o perdida, ni afianza ni
destruye para siempre el crédito de un militar.
Una derrota pone alas a los pies de los
vencidos y mete miedo en su corazón.
Una guerra bate los humores del cuerpo
humano y los purifica; lo corrompido perece y solo la superabundancia de salud
le sobrevive.
Una ley fundamental no
puede ser sospechosa siquiera, como la mujer Cesar. La integridad debe ser su
primer atributo.
Una mujer debe ser neutral en los negocios
públicos. Su familia y sus deberes domésticos son sus primeras obligaciones.
Una sola debe ser la patria de todos los
americanos, ya que todos hemos tenido una perfecta unidad.
Una vida de dolores no es vida, y la cama es
la cama del tormento.
Una
vida entera de merecimientos cubre un momento de flaqueza.
Una vida pasiva o
inactiva es la imagen de la muerte, es el abandono de la vida; es anticipar la
nada antes de que llegue.
Unión, unión, o la anarquía os devorará.
Uno de los mayores males del hombre es no
tener carácter.
Usaré de una ilimitada clemencia con los
que, advertidos de sus errores, se acojan al generoso indulto y vuelvan a formar
parte de la familia colombiana.
Usted formó mi corazón para
la libertad, para la justicia, para lo grande, para lo hermoso
Usted sabe que yo no
se mentir, y también sabe Ud. que la elevación de mi alma no se degrada jamás al
fingimiento.
Valor, riqueza,
ciencia y virtudes: estas son las cuatro potencias del alma del mundo corporal:
estas son las reinas del universo.
Venguemos a Sucre... Vénguese a Colombia,
que poseía a Sucre; al mundo, que lo admiraba; a la gloria del Ejército y a la
santa humanidad, ultrajada en el más inocente de los hombres.
Vosotros, fieles republicanos, marchareis a
libertar la cuna de la independencia colombiana como los cruzados libertaron a
Jerusalén, cuna del cristianismo.
Vosotros sois los resortes de que se vale la
Divina Providencia para castigar la perfidia y la crueldad de los opresores de
América.
Y así, estoy resuelto
a irme a cualquier parte ... ¡Pero cómo llegaré! Daré compasión a mis enemigos.
Y si el pueblo de Venezuela no aplaude la
elevación de sus bienhechores, es indigno de ser libre, y no lo será jamás.
Ya me tiene Ud. comprometido
a defender a Bolivia hasta la muerte, como una segunda Colombia; de la primera
soy padre, de la segunda soy hijo; así mi derecha estará en las bocas del
Orinoco y mi izquierda llegará a las márgenes del Río de la Plata. Mil leguas
ocuparán mis brazos, pero mi corazón se hallará siempre en Caracas: allí recibí
mi vida, allí debo rendirla.
Ya es tiempo de
esperar en reposo la muerte para medio vivir los peores años de la vida.
Ya no se puede mandar,
sino por el amor del prójimo y por una profunda humanidad.
Yo amo menos los placeres que el Fausto,
porque me parece que el Fausto tiene un falso aire de gloria.
Yo cifro mi gloria en servir bien y no en
mandar; en vencer a mis enemigos y en ceder en todo la palma a mis ciudadanos.
Yo creo que la primera cualidad de las cosas
es la existencia y que las demás son secundarias. Existamos, pues, aunque sea
con nuestros defectos y dificultades, por al fin siempre <es mejor ser que no
ser>
Yo contemplo con gozo
inefable cuando las sombras de la opresión huyen ante la Libertad.
Yo deseo más que otro alguno, ver formar en
América la más grande nación del mundo, menos por su extensión y riquezas que
por su libertad y su gloria.
Yo desprecié los
grados y distinciones. Aspiraba a un destino mas honroso: derramar mi sangre por
la Libertad de mi Patria.
Yo espero mucho del tiempo: su inmenso
vientre contiene más esperanzas que sucesos pasados; y los prodigios futuros
deben ser superiores a los pretéritos.
Yo estoy cansado de mandos, aunque nunca lo
he estado menos que ahora, porque la lisonja me está colmando con sus favores y
estoy viendo nacer los frutos de las plantas que hemos sembrado.
Yo he combatido por la
Libertad y por la gloria; de consiguiente, juzgárseme tirano y con ignominia, es
el complemento de la pena.
Yo he combatido por la Libertad y por
la gloria, de consiguiente, juzgarme de tirano y con ignominia, es el
complemento de la pena.
Yo he combatido por la Libertad y por
la gloria, y no por mi engrandecimiento.
Yo he consagrado mi vida a la integridad de
Colombia, a su libertad y a su dicha.
Yo he hecho lo que he
podido por el bien de los hombres y de los buenos principios.
Yo imploro la
confirmación de la Libertad absoluta de los esclavos como imploraría mi vida, y
la vida de la República.
Yo imploro la Libertad
absoluta de los esclavos como imploraría por mi vida y la de la República.
Yo juré en el fondo de
mi corazón no ser más un soldado, servir solamente en la guerra, y ser en la paz
un ciudadano.
Yo llenaré con gloria
la carrera que he emprendido por la salud de mi patria.
Yo mismo soy el punto de reunión de cuantos
aman la gloria nacional y los derechos del pueblo.
Yo moriré bien pronto, pero la República de
Bolivia quedará viva hasta el fin de los siglos. Rómulo fundó una ciudad, y esta
ciudad dio su nombre al imperio. Yo no he fundado ciudad alguna, y, sin embargo,
mi nombre lo lleva un estado que tiene en su seno hombres amantes de la
libertad, y entrañas de oro y plata.
Yo moriré como nací:
desnudo.
Yo nada deseo en el
mundo tanto como hacer a Venezuela todo el bien que dependa de mis facultades.
Yo no conozco más partido de salud que el de
devolver al pueblo su soberanía primitiva para que rehaga su pacto social.
Yo no escribo a los
que amo sino cuando necesito de ellos.
Yo no he sido
construido para presidente sino para soldado.
Yo no llevo otro objeto que consagrarme todo
al servicio de Venezuela, a la patria de los héroes, que desgraciadamente no es
tan feliz como lo deseamos todos.
Yo no pido por
recompensa más que el reposo y la conservación de mi honor.
Yo no quiero ahogar en el caos de la
anarquía mi nombre y mis obras.
Yo no quiero el mando,
mas si quieren arrebatármelo por fuerza o intrigas, combatiré hasta el último
caso.
Yo no quiero lujo en
nada, pero tampoco indecencia.
Yo no sé jamás
degradarme a fingir y mucho menos a negar.
Yo no soy Napoleón, ni quiero serlo.
Tampoco quiero imitar a César; menos aún a Iturbide. Tales ejemplos me parecen
indignos de mi gloria. El título de Libertador es superior a cuantos ha
recibido el orgullo humano. Por lo tanto, me es imposible degradarlo.
Yo nunca me retiraré
delante de los peligros.
Yo pienso que mejor sería para la América
adoptar el Corán que el gobierno de los Estados Unidos, aunque es el mejor del
del mundo.
Yo poseo el
sentimiento de la amistad y de la gratitud: por lo mismo, sus contrarios me son
enojosos.
Yo prefiero ser aborrecido de la tierra que
dejar de ser agradecido al ejército.
Yo quiero vivir libre
y morir ciudadano.
Yo saldré gustosamente
por el camino real y conforme se debe a mi honor.
Yo siento por lo
presente y por los siglos futuros.
Yo siento que la
energía de mi alma se eleva, se ensancha y se iguala siempre a la magnitud de
los peligros.
Yo sigo la carrera gloriosa de las armas
solo por obtener la gloria que ellas dan; por liberar a mi patria, y por merecer
las bendiciones de los pueblos.
Yo soy con los
soldados lo que los pródigos con el dinero, que cuando lo tienen no saben que
hacer con él sino gastarlo.
Yo soy implacable
contra la ignominia.
Yo soy irrevocable,
como el destino, en los negocios de disciplina.
Yo soy religioso en mis promesas y mi gloria
la fundo en cumplirlas porque mi ambición se limita a libertar mi país y a ser
estimado como hombre de bien por mis coetáneos.
Yo soy un hombre
diáfano.
Yo temo más a la paz que a la guerra.
Yo tendré la honra de ser soldado del gran
ejercito americano reunido en el suelo de los incas, y enviado allí por toda la
América meridional.
Yo tengo demasiada
fuerza para rehusar ver el horror de mi pena.
Yo tiemblo de descender desde la altura en
que la fortuna de mi patria ha colocado mi gloria.
Yo valdría algo si me
hubiesen alabado menos.

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