Delfines y Tiburones
¿En qué nos parecemos los seres humanos a los delfines? ¿Qué podemos aprender de
ellos para ser más efectivos? ¿Cómo actúan los tiburones? ¿Cómo podemos usar la
metáfora de los tiburones para identificar conductas que deberíamos evitar?
Veamos cómo podemos aprender a ser “delfines”
en un mar de “tiburones”. Otro factor clave del éxito.
Desde la antigüedad, los delfines han sido símbolos de espiritualidad, afecto,
felicidad y excelencia. Los griegos les llamaron “ángeles de los mares”.
Actualmente, los delfines se han convertido en símbolo de sinergia, agilidad e
inteligencia,
Como los seres humanos, los delfines son mamíferos. Cuando nace un bebé delfín,
toda la manada apoya a la madre y al recién nacido. Les admiramos por su
velocidad y agilidad; pero, más que nada, por su gracia y elegancia. Sorprende
el espíritu de equipo que muestran en muchas de sus actividades; qué decir de su
extraordinario sistema de comunicación y percepción.
En cambio, los grandes tiburones blancos son muy diferentes. Poseen un diseño
aerodinámico casi perfecto, pero su conducta social es agresiva e
individualista. Atacan ciegamente y devoran a los de su misma especie. Necesitan
estar en permanente movimiento para no hundirse, pues no poseen vejiga natatoria
que les dé estabilidad. Son solitarios e inspiran miedo.
Sin pasar por alto las debilidades que pudieran tener los delfines o las
fortalezas de los tiburones, usamos esta metáfora para asociar el comportamiento
de la persona competitiva, cooperativa y productiva, con el delfín. Con el
tiburón asociamos, el comportamiento de la persona negativa hostil y egoísta que
afecta a los grupos sociales, equipos de trabajo y ambientes en los cuales se
desenvuelve y trabaja.
En esta metáfora, un “tiburón” es alguien cuyo comportamiento es arrogante,
violento, territorial, egoísta, conformista, corrupto, temeroso, despilfarrador
y desequilibrado.
Por el contrario, un “delfín” es alguien cuyo comportamiento muestra velocidad
efectiva, creatividad innovadora, enfoque energético, esfuerzo constante,
alegría vibrante, ética consistente, empatía, negociación ganadora, cooperación
sinergética, armonía inspiradora y logros trascendentes.
Ante esto podríamos decir “¡Qué va! No podemos ser perfectos”. Con esta
propuesta no pretendo sugerir que todos debemos sobresalir en todas estas
conductas idealizadas. Sí quiero decir que todos debemos hacer el esfuerzo para
lograrlo en nuestras actividades cotidianas. En su libro Ilusiones,
Richard Bach escribió: “Justifica tus limitaciones y te quedarás con ellas.” Al
contrario, debemos atrevernos a mirar más allá de nuestras limitaciones.
Para ser un “delfín”, alguien a quien las personas admiran, aman y buscan como
pareja, socio, líder o amigo, es preciso que tengamos humildad y coraje:
humildad para reconocer cuánto de “tiburón” mostramos en nuestro comportamiento;
coraje para tomar la decisión de cambiar y mejorar practicando nuevos
comportamientos.
Los cuatro acuerdos
Quiero que olviden todo lo que han aprendido en su vida entera. Éste es el
principio de un nuevo entendimiento . . .
-- Miguel Ruiz
¿Podemos mejorar nuestra interacción con los demás si cambiamos nuestra forma de
pensar? ¿Cómo podemos poner en práctica la sabiduría innata en nuestra realidad
personal y profesional? Examinemos estos cuatro “acuerdos” y aprendamos cuatro
medidas que podemos tomar para encontrar el éxito en nuestra vida.
En su libro The Four Agreements,
basado en su profundo conocimiento sobre la sabiduría tolteca mexicana, Miguel
Ruiz nos presenta la forma en que vivimos y los acuerdos o principios que hemos
aprendido de nuestros padres, maestros, parientes y figuras influyentes a través
de los años.
Ruiz nos invita a evaluar los acuerdos, creencias y paradigmas que rigen nuestra
forma de pensar, sentir y actuar en nuestra vida diaria. Acepté su invitación, y
examiné mis creencias. Este ejercicio me ayudó a ver cómo algunas de mis
creencias me habían hecho sufrir innecesariamente, mientras que otras me habían
hecho inmensamente feliz y me habían causado gran satisfacción en el plano
personal o profesional.
El autor nos exhorta a evaluar nuestras creencias detenidamente y con
honestidad, y luego incorporar a nuestra vida cuatro preceptos o “acuerdos” –
como los llama. Estos “acuerdos” son compromisos para actuar, los cuales, de
acuerdo con Ruiz, nos ayudan a vivir en una atmósfera de armonía y eficacia.
Éstos son los cuatro acuerdos:
1. Sé impecable con las palabras:
El prefijo "im" significa “sin”, y “pecatus” es la palabra latina para “pecado”.
Por lo tanto, “impecable” significa “sin pecado”. Pero no se refiere al pecado
en el sentido religioso o moral. Es el pecado que cometemos cuando nos
saboteamos diciendo cosas negativas a los demás, atacando a los demás, o
atacándonos a nosotros mismos. De acuerdo con Ruiz, hechizamos a los demás y nos
hechizamos con nuestras palabras.
Podemos crear hechizos buenos y hechizos malos. En este acuerdo, reestructuramos
nuestro sistema conversacional, comenzando por vigilar lo que decimos, cuándo lo decimos y cómo lo decimos. Ser
impecable con tus palabras significa “lanzar hechizos buenos” y hablar bien
sobre los demás y sobre nosotros mismos.
2. No te ofendas o tomes las cosas de un modo personal
Todos vivimos en nuestra propia mentalidad, nuestras propias dimensiones y
nuestra forma muy particular de percibir la realidad que nos rodea. El hecho de
ofendernos por lo que otros dicen o hacen y suponer que actúan en contra nuestra
tiene su origen en la forma egocéntrica en que nos criaron. Es egocéntrica
porque se basa en la creencia de que el mundo gira en torno a nosotros.
Cualquier acción que provenga de otros es una
proyección de su propia realidad, no de lo que queremos que sea nuestro pasado y
presente. Cuando no tomamos lo que nos sucede como un agravio personal,
podemos disfrutar de la armonía.
3. No hagas suposiciones
De acuerdo con Ruiz, sólo vemos lo que queremos ver y escuchamos lo que queremos
escuchar. Muchas veces no percibimos las cosas como son. Cuando suponemos algo,
caemos en una enorme trampa: creer que nuestras suposiciones son ciertas. Y
cuando otros no aceptan la “verdad”, nos enojamos y creamos un ambiente
miserable a nuestro alrededor.
Ruiz dice que las personas raras veces hacen preguntas para encontrar la verdad.
Simplemente dan por sentado o presumen que algo es cierto. Defienden lo que
suponen y tratan de demostrar que los demás están equivocados. Para evitar hacer suposiciones, debemos
preguntar, aclarar y confirmar lo que hemos escuchado o percibido.
4. Siempre da lo mejor de ti
Ruiz nos enseña que tenemos que tener en cuenta que nuestro nivel de energía es
variable y que lo mejor que podemos dar de nosotros un día no es igual que en
otro día. Pero lo más importante no es sólo entender este flujo de energía, sino
aceptarlo con humildad.
El cuarto acuerdo cuestiona incisivamente el esfuerzo excesivo de los adictos al
trabajo, como yo. Es esencial que nos preguntemos: ¿Cuál será el costo y cómo se
afectará la productividad cuando hacemos un esfuerzo ilimitado? ¿Cuánto disfrute
nos perdemos cuando trabajamos en exceso?
Dar lo mejor de nosotros requiere que nos sintamos felices al hacer lo que
hacemos. Es difícil exhibir nuestro mejor desempeño al hacer algo sólo porque
pensamos que debemos hacerlo. Cuando
encontramos el trabajo o la tarea que verdaderamente nos hace feliz, podemos
destacarnos en esa área y dar en realidad lo mejor de nosotros.
hm
Haz un compromiso
Para cumplir con estos cuatro acuerdos, tenemos que comprometernos a seguirlos.
Ruiz dice que estos acuerdos son tan fáciles que hasta un niño puede entenderlos
rápidamente, pero su aplicación requiere la acción diaria de un guerrero. Si tu
desempeño está por debajo de lo esperado, es esencial que tengas el valor de
levantarte y tratar de nuevo.
No será fácil, porque todos cargamos un historial de hábitos y creencias que
suelen hacernos caer en la trampa. Sin embargo, no tenemos que olvidar todo lo
que hemos aprendido. La felicidad y el éxito en nuestra vida personal y
profesional depende de deshacernos de lo que no nos funciona y aprender a
aplicar conceptos como estos cuatro acuerdos, que nos motivan a mejorar como
personas y a mejorar nuestras relaciones con los que nos rodean.
Desarrolla tu marca personal
¿Cómo podemos destacarnos y sobresalir entre nuestros competidores, enfocarnos
en nuestras habilidades y tener una influencia positiva en nuestros objetivos?
La respuesta radica en el concepto de la creación de una Marca Personal, una
manera profesional y efectiva de presentarnos ante los demás, lo cual es otro
factor vital para alcanzar el éxito.
En esta época tan competitiva, las personas se esfuerzan constantemente por
mejorar y mantener al día su preparación en todos los campos. Por lo tanto,
tienes que mercadearte adecuadamente para obtener un nuevo contrato, o ese
empleo o ascenso al que tanto aspiras. Tu conocimiento, experiencia y
habilidades son esenciales, pero también tienes que exponerlos de la mejor
manera posible. Puedes hacerlo desarrollando tu marca o identidad personal, una
marca que te distinga de todos los demás.
Atrévete a ser tú
Una marca personal no es otra cosa que la proyección pública de tu personalidad
y tus destrezas. Para desarrollar una marca personal exitosa, tienes que
atreverte a diseñarla de acuerdo a cómo quieres que te vea el mundo, en lugar de
lo que crees que otras personas piensan de ti.
Tienes el poder de influir en las personas para que te vean exactamente como
deseas que te perciban. Para ello, define primero quién eres – tus fortalezas,
tus valores, tus metas y tu personalidad – y presenta estas características de
forma persuasiva y convincente.
Atrévete a expresarte de acuerdo con tus
propios valores, fortalezas y rasgos únicos. Crea un concepto magnífico
sobre quién eres y preséntaselo al círculo de personas y organizaciones con las
que interactúas.
Una buena imagen no es suficiente
Establecer una marca personal no sólo significa tener una buena imagen. Es
demostrar satisfactoriamente cómo puedes contribuir como miembro de un equipo.
Ya sea en el trabajo o en otro lugar, es necesario dedicar tiempo y talento para
diseñar una propuesta sobre lo que tienes para ofrecer, junto con la habilidad
para cumplirlo.
Una vez que hayas decidido qué es lo que puedes ofrecer —tu experiencia, tus
habilidades y tus puntos fuertes— debes establecer y definir tus metas de la
forma más clara posible, así como las estrategias que implementarás para darte a
conocer.
Si tienes una visión clara de lo que quieres alcanzar en tu vida profesional,
diseñar tu marca personal te dará el empuje que necesitas para alcanzar el
éxito. Pero también debes cumplir lo que prometes.
Las Ocho Leyes para la Creación de una Marca Personal:
Para destacarte en cualquier mercado, Peter Montoya, autor de The Brand called You, recomienda poner en práctica las siguientes ideas, conocidas como las Ocho Leyes
para la Creación de una Marca Personal.
1. Especialización: Desarrolla una marca personal que sea precisa y que
se enfoque en una sola fortaleza vital. Traza un plan para desarrollar tus
habilidades, actitudes y destrezas a la vez que te concentras en un servicio o
producto único que puedes ofrecer.
2. Liderazgo: Asegúrate de que tu marca personal tenga autoridad y
credibilidad. Ambas cosas son necesarias para alcanzar la excelencia y una
posición de renombre en el mercado.
3. Personalidad: Construye tu marca personal usando como base tus
verdaderas características personales. Aspira a ser lo mejor que puedas ser, no
a ser perfecto.
4. Distinción: Expresa tu marca personal de manera que sea diferente de
la competencia. Haz que tu mensaje sea tan distinto que se note y sea recordado.
5. Visibilidad: Haz que tu marca personal sea tan visible como sea
posible. Los clientes eligen productos y servicios que conocen porque los han
visto o han escuchado sobre ellos.
6. Concordancia: Tu conducta privada debe concordar con tu marca
personal.
7. Persistencia:Crear tu marca personal puede tomar tiempo, de manera que
ten paciencia y toma medidas para desarrollarla.
8. Buena voluntad: Establece beneficios mutuos y colectivos como los
valores principales en los que se basan las acciones relacionadas con tu marca
personal. Alcanzarás mejores resultados para ti y para los que te rodean.
Construir tu marca personal es un reto, pero es posible y necesario. Es
importante ser creativo y tener una actitud proactiva, así como saber distinguir
entre tu imagen personal y tu marca personal. Recuerda que tu marca personal va
más allá de elementos superficiales. Es una oportunidad excelente de aumentar tu
potencial y el reconocimiento que recibes en tu comunidad y en el mundo.
Logra el Equilibrio
¿Cómo puedes tener éxito en tu trabajo sin sacrificar tu vida personal? ¿Es
posible mantener el equilibrio, tan deseado, entre lo personal y lo profesional?
¿Cómo se logra el equilibrio entre la vida familiar y el trabajo? Lograr el
equilibrio entre lo personal y profesional es otro factor clave para el éxito.
En épocas de crisis; cuando el tiempo aprieta; cuando se nos exige mayor
dedicación a nuestro trabajo; cuando es más feroz la competencia por un
contrato, por una promoción o por un aumento de sueldo; entonces, nos enfocamos
más en las tareas y menos en el proceso. Ahí es cuando comenzamos a sentir los
múltiples efectos del desequilibrio.
Este desequilibrio afecta tanto a nuestro cuerpo como a nuestras relaciones. Nos
enfermamos, tenemos dolores de cabeza, trastornos estomacales y alteraciones en
la piel. La familia demanda que compartamos más nuestro tiempo. Los amigos
reclaman más nuestra presencia. Todo esto puede crear un sentimiento de culpa
que afecta a las demás dimensiones de nuestra vida.
Busca el equilibrio
Todos los seres humanos vivimos una paradoja cuando debemos buscar el equilibrio
en un ambiente donde lo natural es perderlo. Los cambios en los horarios de
trabajo, los avances tecnológicos, la crisis económica, la globalización, los
retos sociales y las transformaciones ambientales, han trastrocado el equilibrio
natural del ser humano.
Sin embargo, ante este mismo entorno, hay personas que saben equilibrar su
cuerpo, su mente y sus emociones, al tiempo que contribuyen para que lo mismo
ocurra con su familia, vecinos y semejantes. Emplean su tiempo de modo que
trabajan con eficiencia, hacen deporte, socializan y mantienen un buen ritmo de
actividades personales y colectivas.
Todos necesitamos el equilibrio interior entre las demandas personales (ser más
inteligentes, manejar mejor las emociones, ser más saludables y más
espirituales) y las demandas sociales (ser buen padre y esposo, buen
profesional, buen amigo y ciudadano), para ser totalmente eficaces.
Recupera el equilibrio
Para lograr el equilibrio en el día a día, los expertos recomiendan ciertas
acciones sencillas pero poderosas:
Para tu equilibrio personal:
1. Lee durante 15 minutos antes de acostarte.
2. Inicia una rutina de 15 minutos de respiración consciente al levantarte.
3. Come más frutas y vegetales pero menos frituras y harinas.
4. Bebe más agua y jugos pero menos café y alcohol.
5. Ora y agradece al levantarte, da gracias en la mesa y, también, al acostarte.
6. Diariamente realiza algún tipo de ejercicio.
7. Lleva un diario de tus actividades.
Para tu equilibrio social:
1. Usa un planificador u organizador personal para organizar tu tiempo durante
la semana. Aprende a resolver primero lo primero.
2. Asigna el tiempo, proporcionalmente, a las diferentes áreas de tu vida.
Atiende al área que tiendes a relegar.
3. Enfócate en trabajar mejor, no en trabajar más.
4. Evita el síndrome del héroe. Pide ayuda a tu gente.
5. Sorprende a tu familia y amigos con actividades inesperadas.
6. Desconéctate. Apaga tu celular y la televisión. Obséquiate tiempo de calidad.
7. Comienza un voluntariado de una hora a la semana.
Lograr el equilibrio total es un desafío, pero es posible y necesario. Si somos
creativos y efectivos, y pedimos ayuda, podremos combinar acciones de equilibrio
personal, como podría ser el ejercicio, con acciones de balance social como
compartir más tiempo con los hijos. Esto nos hará personas más saludables,
productivas, dinámicas y felices. |