El
Q.'. H.'. y Ex-Sacerdote Mexicano Miguel Hidalgo fue definitivamente el
iniciador de la independencia de México, conocido como el "Padre de la
Patria". Nació el 8 de mayo de 1753 en el rancho de San Vicente,
perteneciente a la hacienda de San Diego Corralejo, fué bautizado con
los nombres de José Miguel Gregorio e Ignacio, en la capilla de Cuitzeo
de los Naranjos, el día 16 del mismo mes y año.
Hijo de don Cristobal
Hidalgo y Costilla, y de doña Ana María Gallaga Mandarte.
Al recibir las
ordenes sagradas, ocupó varios curatos, como el de Colima y San Felipe,
hasta que a la muerte de su hermano Joaquín ocupó su lugar como Cura de
Dolores en 1802. Hombre cultísimo y progresista, al mismo tiempo que que
estudiaba las primeras letras, aprendía también labores del campo y su
esperitu observador iba creciendo en conocimientos de la misma manera
que su cuerpo se fortalecía con la saludable vida del campo. El contacto
con lo artesanos de su pueblo le facilitaba el aprendizaje de diversas
artesanías, conocimiento que tan útil habría de serle después, ya Cura
de almas, tendría la opurtunidad de ayudar a sus feligreses. Su espirutu
emprendedor lo llevó a instalar varios talleres de artesanías e
industria (alfarería, curtiduría, carpintería, herrería, etc.). Con la
ayuda de sus feligreses mandó a excavar una noria y plantó moreras y
vides.
Todos los oficios
que enseñaba tenían una aplicación práctica, un valor comercial; eran
actividades productivas que contribuían poderosamente a elevar el nivel
de vida de los habitantes de Dolores y puntos vecinos. Esta lavor
constructiva la hacía aprevechando los recursos naturales de la región,
antes inexplotados. Fué también en este aspecto un precursor.
El tiempo que le
dejaban libre sus trabajos sociales y docentes, lo destinaba a
instruírse, a aumentar sus conocimientos en todos los ambitos del saber
humano. Sentía gran entusiasmo por los estudios filosóficos, y ellos lo
llevaro a la adopción de las ideas liberales que habrían de
caracterizarlo.
Se inicio en la
masoneria en la logia de la calle de Las Ratas No. 4 (hoy
Bolívar 73), domicilio particular del regidor Manuel Cuevas Moreno de
Monroy Guerrero y Luyando. Se trataba de mantener en la
clandestinidad las actividades masonicas. Un vecino,
habitante de la casa número 2, apellidado Cabo Franco, denunció la
existencia de la logia. Muchos fueron aprehendidos y Primo de Verdad
amaneció muerto en su celda el 4 de octubre de 1808. Los masones de esa
logia empezaron a reunirse en El Pensil, casa de campo de Manuel
Cuevas.
Desde 1808 participó en las juntas de los descontentos con la situación
de la Nueva España. Formalizadas estas conspiraciones, debieron
adelantar la fecha del levantamiento armado, arrastrando las
consecuencias que los llevaría a una muerte prematura.
La madrugada del 16 de septiembre de 1810, con las arengas ¡Viva la
independencia! ¡Viva la América! ¡Muera el mal gobierno! Hidalgo y sus
seguidores se lanzaron a la lucha que nos liberaría del yugo español.
Fué generalísimo de los ejercitos isurgentes. Triunfó en Guanajuato y
Las Cruces. Después de una racha de victorias los insurgentes llegaron a
las puertas de la capital, pero por alguna razón que la historia no ha
podido aclarar, Hidalgo decidió retirarse. Vinieron derrotas como la de
Calderón y otras. Siete meses de vida activa constituyeron su carrera
como insurgente.
Después de severas
derrotas y cuando iba rumbo a E.U.A. a conseguir pertrechos, fué
traicionado por Ignacio Elizondo y tomado preso en las Norias de Acatita
de Baján el 21 de Marzo de 1811, y conducido a Chihuahua.
En julio de
1800 los curas mercedarios Joaquín Huesca y Manuel Estrada le acusaron
de asistir a ‘tenidas diabólicas’ en una logia en el callejón de El Sapo
(frente a la actual central telefónica de las calles de Victoria en la
ciudad de México). La causa fue reanudada en septiembre de 1810 y el 7
de febrero de 1811 el inquisidor fiscal Manuel de Flores presentó formal
denuncia contra Hidalgo al grado de que la iglesia católica lo excomulgó,
a como ha excomulgado a las masones decenas de veces a lo largo de la
historia.
A continuacion
reproducimos textualmente el decreto de excomunion que la Iglesia aplico
a este hombre (texto de fuerte contenido):
"Excomunión
de Miguel Hidalgo"
EXCOMUNIÓN MAYOR “Por la autoridad de Dios todopoderoso, del Padre, Hijo
y Espíritu Santo; y de los santos cánones y de la inmaculada Virgen
María madre y nodriza de nuestro Salvador y de las virtudes celestiales,
ángeles, arcángeles, tronos, dominios, papas, querubines y serafines y
de todos los santos patriarcas y profetas; y de los apóstoles y
evangelistas; y de los santos inocentes, quienes a la vista del santo
Cordero, se encuentran dignos de cantar la nueva canción; y de los
santos mártires y santos confesores. Y de las santas vírgenes y de los
santos, juntamente con todos los santos elegidos de Dios, lo
excomulgamos y lo anatematizamos y lo secuestramos de los umbrales de la
iglesia de Dios Omnipotente, para que pueda ser atormentado por eternos
y tremendos sufrimientos, juntamente con Datán y Abirán y aquellos que
dicen al Señor ¡apártate de nosotros porque no deseamos ninguno de tus
caminos! Y así como el fuego del camino es extinguido por el agua, que
sea la Cruz extinguida en él para siempre jamás. Que el Hijo, quien
sufrió por nosotros lo maldiga, que el Espíritu Santo, que nos fue dado
en nuestro bautismo lo maldiga. Que la santa Cruz a la cual ascendió
Cristo por nuestra salvación, triunfante entre sus amigos, lo maldiga.
Que la santa y eterna Virgen María madre de Dios, lo maldiga, que todos
los ángeles y arcángeles, principados y potestades y todos los ejércitos
celestiales, lo maldigan; Que San Juan el precursor y San Pedro, y San
Pablo y San Andrés y todos los demás apóstoles de Cristo, juntamente lo
maldigan. Y ojalá que el resto de sus discípulos y los cuatro
evangelistas, quienes por sus predicaciones convirtieron al mundo
universal; y ojalá que la santa compañía de mártires y confesores,
quienes por sus santas obras se han encontrado agradables al Dios
Todopoderoso, lo maldigan. Ojalá que el Cristo de la santa Virgen lo
condene. Ojalá que todos los santos desde el principio del mundo y de
todas las edades, quienes se hayan ser los amados de Dios, lo condenen;
ojalá que los cielos y la tierra y todas las cosas que hay en ellos, lo
condenen; que sea condenado donde quiera que esté, en la casa o en el
campo; en los caminos y en las veredas; en las selvas o en el agua, o
aún en la iglesia. Que sea maldito en el vivir y en el morir; en el
comer y en el beber; en el ayuno o en la sed; en el dormitar y en el
dormir; en la vigilia y andando; estando de pie o sentado; acostado o
andando; mingiendo o cancando y en todas las sangrías. Que sea maldito
interior y exteriormente. Que sea maldito en su pelo. Que sea maldito en
su cerebro. Que sea maldito en la corona de su cabeza y en sus sienes, y
en su frente y sus oídos; y en sus cejas y en sus mejillas; en sus
quijadas y en sus narices; y en sus dientes anteriores ye n sus molares;
en sus labios y en su garganta; y en sus hombros y en sus muñecas, en
sus brazos, en sus manos y en sus dedos. Que sea condenado en su pecho,
en su corazón y en todas las viseras de su cuerpo. Que sea condenado en
sus venas; en sus músculos, en sus caderas, en sus piernas, pies y uñas
de los pies. Que sea maldito en todas las junturas y articulaciones de
su cuerpo. Que desde la parte superior de su cabeza, hasta la planta de
los pies, no haya nada bueno en él; que el Hijo de Dios Viviente con
toda la gloria de su majestad, lo maldiga; y que el cielo, con todos los
poderes que hay en él, se subleven contra él, lo maldigan y lo condenen. Amén.
¡Así sea!. Amén”.
Fué enjuiciado,
degradado de su carácter sacerdotal y fusilado la mañana del 30 de julio
de 1811. Su cabeza junto con la de Allende, Aldama y Jiménez, fueron
llevadas a Guanajuato y, encerradas en jaulas de hierro, colgadas en las
cuatro esquinas de la Alhóndiga de Granaditas, en donde permanecieron
hasta la consumación de la Independencia en 1921.
Hoy sus restos
reposan en la Columna de la Independencia (el Angel de la Independencia)
en el Paseo de la Reforma de la ciudad de México, en donde arde
perenemente una lámpara votiva que recuerda el sacrificio de aquellos
que dieron sus vidas por la Independencia de su Patria.
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